El papa Francisco abrió la Puerta Santa de San Pedro durante la Nochebuena, acto que dio inicio al Jubileo ordinario, un don que la Iglesia nos invita a vivir a lo largo del camino de nuestras vidas para hacer un receso, fortalecer nuestras «rodillas vacilantes» (Is 35,3) y empezar de cero.
Empezar de cero y con esperanza. Esta es precisamente la virtud que más debe acompañarnos, a los Caballeros y Damas de la Orden del Santo Sepulcro y a todos los cristianos, durante este Año Santo.
«Hay esperanza para cada uno de nosotros. Pero no se olviden, hermanas y hermanos, que Dios perdona todo, Dios perdona siempre. No se olviden de esto, que es un modo de entender la esperanza en el Señor», afirmó el papa Francisco durante la homilía de Nochebuena. Por tanto, aceptemos la invitación a abrir nuestros corazones al perdón de Dios, quien da esperanza a nuestros ojos, con los que observamos nuestras pequeñeces, a veces incluso nuestras caídas, así como la pobreza y el sufrimiento del mundo.
A la espera de encontrarles de nuevo en Roma a lo largo de este año, en particular durante la peregrinación jubilar que viviremos juntos como miembros de la Orden del Santo Sepulcro en octubre, les deseo de todo corazón un tiempo de gracia con las palabras que el papa Benedicto XVI nos dejó en su Encíclica Spe Salvi de 2007: «el Evangelio no es solamente una comunicación de cosas que se pueden saber, sino una comunicación que comporta hechos y cambia la vida. La puerta oscura del tiempo, del futuro, ha sido abierta de par en par. Quien tiene esperanza vive de otra manera; se le ha dado una vida nueva».
Fernando cardenal Filoni
(Gran Maestre)