Tierra Santa en Roma

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La Terra Santa a Roma - 1

El Jubileo de Roma es una alternativa a Jerusalén desde el año 1300. Hemos pedido a Antonio Olivié, director de la agencia Rome Reports y autor de un hermoso documental sobre Tierra Santa en la Ciudad Eterna, que nos describa una peregrinación tras las huellas de Cristo en el corazón de la Iglesia universal.

 

Desde el pasado 24 de diciembre, la Iglesia católica vive un año especial, que conmemora los 2025 años del nacimiento de Cristo. El Jubileo se enmarca en una tradición de la Iglesia que tiene su origen en la cultura hebrea, con Jerusalén como centro, al ser el lugar donde fue crucificado Jesucristo. El hecho de peregrinar a Roma es algo más reciente, de hace 725 años.

La convocatoria del primer Jubileo de la historia en Roma en el año 1300 no es fruto de la casualidad, ni de una intuición especial de alguno de sus protagonistas. El papa Bonifacio VIII lo organiza forzado por las circunstancias. Solo nueve años antes, en 1291, el último bastión de la presencia cristiana en Tierra Santa, san Juan de Acre, había caído en manos de los musulmanes. La ruta a Jerusalén quedaba desprotegida para los peregrinos, con el riesgo de ser convertidos en esclavos en un territorio donde eran considerados infieles.

La situación de Tierra Santa hoy día, con la violencia desatada desde el año 2023, convierte Israel en un destino complicado para los visitantes. Como alternativa al lugar donde murió y resucitó Jesucristo, Roma ha ido albergando y enriqueciendo las reliquias y los objetos relacionados con la vida y la Pasión de Cristo a lo largo de los últimos 725 años. Por ello, peregrinar a la Ciudad Eterna es también peregrinar a la Nueva Jerusalén, donde la Orden del Santo Sepulcro ha jugado un papel importante a la hora de conservar las huellas de nuestra fe. En este marco histórico, precedido por la pérdida de Jerusalén como territorio cristiano, hay que sumar la caída de Constantinopla en el año 1453. La conquista otomana de este territorio provocó que muchas de las reliquias que albergaban los lugares sagrados de esta ciudad terminaran en diversas ciudades de Italia, con Roma como enclave privilegiado.

Por ello, la capital del cristianismo cuenta hoy con reliquias de los clavos de Cristo, de la cruz, de la lanza que le hirió en el costado, la columna donde fue flagelado o de la cuna en la que nació Jesús en Belén. También se encuentran en esta ciudad los escalones del Palacio de Pilatos, que muy probablemente ascendió Jesús antes de sufrir la sentencia que le conduciría a la muerte, así como tierra de Jerusalén traída por santa Elena.

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CINCO APÓSTOLES EN ROMA

Todas estas reliquias ligadas a la Pasión y vida de Cristo se suman a los restos de los apóstoles que convivieron con él. Y es que muchos olvidan que, junto a las tumbas de Pedro y Pablo, en la basílica del Vaticano y en san Pablo Extramuros, hay restos de otros tres apóstoles en la Ciudad Eterna.

La iglesia de San Bartolomeo all’Isola Tiberina tiene su origen en el año 998. El emperador alemán Otón decide construir un templo para conservar las reliquias del apóstol san Bartolomé, del que también se conservan restos en la ciudad de Benevento, en el sur de Italia. En este templo de la Isla Tiberina hoy día se veneran también a todos los mártires del siglo XX.

Otro de los templos romanos donde también se conservan restos de quienes acompañaron a Jesús durante su vida es la Iglesia de los Santos Apóstoles (Santi Dodici Apostoli), cercana a la Plaza Venecia. En su interior se conservan los restos de los apóstoles Felipe y Santiago el menor. La tradición asegura que sus reliquias se veneran ahí desde el siglo IV, en una iglesia que fue destruida por un terremoto en el siglo XIV. El templo actual, promovido por la familia Colonna en el siglo XV, es una joya del barroco en pleno centro de Roma.

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SANTA CRUZ DE JERUSALÉN

Si hay un lugar especialmente ligado a la Tierra Santa en Roma esa es la basílica de la Santa Cruz de Jerusalén. Forma parte del tradicional recorrido de las Siete Iglesias que se recomendaba visitar a quienes peregrinaban a la capital de la cristiandad. Su historia está estrechamente ligada a santa Elena, la madre del emperador Constantino, ya que la iglesia original se construyó dentro de su propio palacio.

Los historiadores sitúan un viaje de santa Elena a Jerusalén en torno al año 325. Allí descubre los restos de la cruz de Cristo, junto a los de los ladrones que habían sido ajusticiados con él. La madre del emperador decide trasladar hasta aquí los restos de la cruz, algunos clavos de Cristo, restos de la corona de espinas y tierra del Calvario, que quiso depositar como cimiento de este templo romano.

Junto a los restos mencionados, de los que existe devoción desde el siglo IV, en 1492 se encontró una caja con restos del titulus crucis, la inscripción de la condena de Jesús. Se trata de una inscripción en hebreo, griego y latín, que atrae la atención de los peregrinos desde esa fecha.

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LA LANZA DE LA PAZ EN SAN PEDRO

Los cuatro pilares que sostienen la cúpula de la basílica de San Pedro contienen reliquias, y cuatro grandes esculturas, relacionadas con la Pasión. Y es que, junto a la tumba de Pedro, el gran templo de la cristiandad custodia un madero de la Santa Cruz traído por santa Elena, un paño que se atribuye a la Verónica, que enjuagó el rostro de Cristo camino de la cruz, y la lanza con la que el legionario Longinos atravesó a Cristo en la cruz. Además de estos tres elementos, hasta hace pocos años también se conservaba allí la cabeza del apóstol san Andrés, que el papa Francisco quiso devolver a Constantinopla. Se mantiene, eso sí, la gran escultura del apóstol.

De esas cuatro reliquias, la que tiene un origen más peregrino es la lanza de Longinos. Un trozo de metal que se veneraba en Constantinopla hasta que un acuerdo diplomático entre el papa Inocencio VIII y el sultán Bayazid permitió su traslado a Roma a finales del siglo XV. El acuerdo se vincula a la custodia en Roma de un hermano de Bayazid, y rival al trono, con el que el papa se aseguraba la amistad y la paz con el sultán turco. Se abría así un periodo de estabilidad en el Mediterráneo.

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LA SCALA SANTA (ESCALERA SANTA)

Junto a la catedral de Roma, San Juan de Letrán, a pocos pasos de su entrada principal, se encuentro uno de los lugares clásicos de peregrinación de la Ciudad Eterna, la Scala Santa. Es un espacio creado para conservar los 28 escalones que daban acceso al Palacio de Poncio Pilato en Jerusalén y que tuvo que subir Jesús antes de su pasión.

Los peregrinos recorren de rodillas este espacio, recordando la Pasión de Cristo, en un edificio que permite descender por otras escaleras, para no tener que pisar por donde pasó Cristo. La tradición asegura que se trajeron de Jerusalén en la época de santa Elena, en el siglo IV. El edificio actual, de Domenico Fontana, fue construido en el siglo XVI.

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SANTA MARÍA LA MAYOR Y SANTA PRÁXEDES

Una de las cuatro basílicas papales, Santa María La Mayor, conserva los restos de la cuna encontrada en Belén, que la tradición atribuye a Jesús. Se trata de maderas de Palestina que se custodian bajo el altar central de este templo, originario del siglo IV y reconstruido en el V. La vinculación de esta basílica con el nacimiento de Cristo hizo que durante años el papa celebrase la misa de Navidad en este templo.

Muy cerca de Santa María La Mayor se encuentra una pequeña iglesia, Santa Práxedes, que tiene un elemento estrechamente ligado a la Pasión. En una capilla lateral de este templo se conserva una columna que se atribuye a la flagelación de Cristo. La trajo a Roma de Jerusalén uno de los miembros de la noble familia Colonna y quiso que se mantuviera en una de las iglesias que estaban bajo su protección, dedicada a Práxedes, una joven romana martirizada en el segundo siglo.

Todos estos elementos contribuyen a estrechar el lazo entre Jerusalén y Roma, dos ciudades unidas por la sangre de Cristo y de sus sucesores, así como por una Iglesia que nace en Jerusalén y se consolida en Roma.

 

 

(Abril de 2025)