Cápsulas del Jubileo

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Speranza_Raffaello Sanzio - 1

«La pequeña esperanza»

Siguiendo el deseo inspirado del difunto papa Francisco, la esperanza se presenta como el tema central de este Jubileo 2025. Para comprender y vivir esta virtud teologal, resultan esclarecedoras las palabras del escritor francés Charles Péguy: «Porque la Fe no ve sino lo que es. La Caridad no ama sino lo que es. La Esperanza ve lo que aún no es y que será...» (El pórtico del misterio de la segunda virtud).

Poéticamente, se refiere a la «pequeña esperanza» que avanza entre sus dos hermanas mayores, las virtudes de la fe y de la caridad, las cuales solo se mueven por ella. En efecto, la esperanza que el Jubileo nos invita a redescubrir constituye el motor de nuestra vida cristiana, en un mundo que con demasiada frecuencia sucumbe a la desesperanza.

Esta «disposición habitual y firme a hacer el bien en nuestra relación con Dios» —propia de cada virtud teologal— se convierte para nosotros en un ancla ofrecida por Cristo, quien, gracias a su victoria sobre la muerte, ha reabierto la puerta del Cielo que el pecado había cerrado. Como recuerda el apóstol Pablo, la esperanza es «como ancla del alma, segura y firme, que penetra más allá de la cortina» (Hebreos 6, 19).

En este contexto, vale la pena evocar el grito profético del papa Francisco al inicio de su pontificado: «¡No dejen que les roben la esperanza!» (Cerdeña, 22 de septiembre de 2013). «Tal vez la esperanza es como las brasas bajo las cenizas; ayudémonos con la solidaridad, soplando en las cenizas, para que el fuego salga otra vez», decía.

¡Precisamente eso es lo que viviremos juntos en Roma durante la peregrinación jubilar de la Orden!

 

(Septiembre de 2025)

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Pellegrini medioevali - 1

El sentido de la peregrinación

Durante la peregrinación, dirigimos nuestra mirada hacia la dimensión espiritual de nuestro ser, que a menudo queda relegada a un segundo plano debido a la rutina diaria que acapara nuestra atención. En este recorrido, dejamos atrás nuestro bienestar habitual y nos enfocamos en lo esencial.

La peregrinación a Roma adquirió especial relevancia a partir del fin de las persecuciones contra los cristianos del Imperio romano, tras la promulgación del Edicto de Milán por el emperador Constantino en el año 313. A partir de entonces, creció el anhelo espiritual de visitar las tumbas de los apóstoles Pedro y Pablo, así como los lugares santos de Jerusalén.

En el siglo XIII, con el papa Bonifacio VIII, el Jubileo fue institucionalizado en Roma, y la peregrinación se convirtió en uno de los elementos esenciales para vivir esta experiencia de gracia. «La peregrinación es un signo peculiar en el Año Santo, porque es imagen del camino que cada persona realiza en su existencia. La vida es una peregrinación y el ser humano es viator, un peregrino que recorre su camino hasta alcanzar la meta anhelada. También para llegar a la Puerta Santa en Roma y en cualquier otro lugar, cada uno deberá realizar, de acuerdo con las propias fuerzas, una peregrinación», recordaba la bula de convocación Misericordiae Vultus (n.º 14) del anterior Jubileo de la Iglesia católica, celebrado en 2015-2016.

Un viaje en el espacio, sí, pero también un viaje en el tiempo de nuestra vida, porque en la dinámica de la peregrinación nos damos la oportunidad de «detenernos» e incluso, si es necesario, de retroceder: la peregrinación es, por tanto, un tiempo de conversión. Acercarse al sacramento de la reconciliación es un momento central de la peregrinación, pues prepara el corazón para recibir el don de una vida nueva en Dios.

 

(Julio de 2025)

 

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Pillole di Giubileo - 1

¿Por qué peregrinar a Roma este año?
El Jubileo

Bíblicamente, los orígenes del jubileo se remontan al Antiguo Testamento. La ley de Moisés había establecido un año especial para el pueblo hebreo (cf. Lév 25, 10-13). La trompeta con la cual se anunció este particular año era un cuerno de carnero, que en hebreo se conoce como «yôbel», de donde proviene la palabra «jubileo». La celebración de este año comprendía la restitución de las tierras a sus antiguos propietarios, la remisión de las deudas, la liberación de los esclavos y el descanso de la tierra. En el Nuevo Testamento, Jesús se presenta como Aquel que lleva a cumplimiento el jubileo antiguo, ya que ha venido a «proclamar un año de gracia del Señor» (cf. Is 61, 1-2). En la tradición católica, el año jubilar es, ante todo, el año de Cristo, portador de vida y gracia. Cada 25 años, el jubileo celebra el aniversario de un hecho histórico cuyos efectos se prolongaron en el tiempo: el nacimiento del Dios hecho hombre que dio un destino de eternidad a toda la humanidad.

El primer jubileo fue proclamado en el año 1300 por el papa Bonifacio VIII, en un momento en el que era casi imposible que los cristianos pudieran peregrinar a Tierra Santa. Una reproducción de la bula Antiquorum habet fida relatio, por la que se proclamó el primer jubileo romano, hoy se encuentra grabada en la parte superior izquierda de la Puerta Santa. El jubileo se conoce como «Año Santo», no solo por que comienza, se desarrolla y concluye con ritos sagrados, sino también porque está destinado a promover, paso a paso, la santidad de la vida. El jubileo puede ser «ordinario», si está ligado a la recurrencia periódica establecida actualmente cada 25 años, o «extraordinario», si se convoca con motivo de un acontecimiento de especial importancia. Bajo el signo de la esperanza que no defrauda, este año celebramos el jubileo ordinario nº 27.

 

(Junio de 2025)