«La pequeña esperanza»
Siguiendo el deseo inspirado del difunto papa Francisco, la esperanza se presenta como el tema central de este Jubileo 2025. Para comprender y vivir esta virtud teologal, resultan esclarecedoras las palabras del escritor francés Charles Péguy: «Porque la Fe no ve sino lo que es. La Caridad no ama sino lo que es. La Esperanza ve lo que aún no es y que será...» (El pórtico del misterio de la segunda virtud).
Poéticamente, se refiere a la «pequeña esperanza» que avanza entre sus dos hermanas mayores, las virtudes de la fe y de la caridad, las cuales solo se mueven por ella. En efecto, la esperanza que el Jubileo nos invita a redescubrir constituye el motor de nuestra vida cristiana, en un mundo que con demasiada frecuencia sucumbe a la desesperanza.
Esta «disposición habitual y firme a hacer el bien en nuestra relación con Dios» —propia de cada virtud teologal— se convierte para nosotros en un ancla ofrecida por Cristo, quien, gracias a su victoria sobre la muerte, ha reabierto la puerta del Cielo que el pecado había cerrado. Como recuerda el apóstol Pablo, la esperanza es «como ancla del alma, segura y firme, que penetra más allá de la cortina» (Hebreos 6, 19).
En este contexto, vale la pena evocar el grito profético del papa Francisco al inicio de su pontificado: «¡No dejen que les roben la esperanza!» (Cerdeña, 22 de septiembre de 2013). «Tal vez la esperanza es como las brasas bajo las cenizas; ayudémonos con la solidaridad, soplando en las cenizas, para que el fuego salga otra vez», decía.
¡Precisamente eso es lo que viviremos juntos en Roma durante la peregrinación jubilar de la Orden!
(Septiembre de 2025)