Cápsulas del Jubileo

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Arcabas_Il perdono del padre - 1

¿Qué representa la «indulgencia» que la Iglesia concede a los fieles durante el Jubileo?

Una nota publicada por la Penitenciaría Apostólica el 13 de mayo de 2024 definió las condiciones para la obtención de la indulgencia jubilar. Para recibir este don de la misericordia de Dios, la Iglesia solicita a los fieles confesarse sacramentalmente, comulgar en el sacramento de la Eucaristía, rezar por las intenciones del pontífice, realizar una peregrinación a Roma visitando al menos una de las cuatro basílicas papales, o bien a Tierra Santa, o a uno de los lugares sagrados jubilares designados por los obispos en sus respectivas diócesis, y, finalmente, llevar a cabo algunas obras de misericordia que expresen el rostro materno de la Iglesia hacia quienes se encuentran en necesidad.

¿Por qué no basta con el sacramento de la reconciliación, por el cual Dios perdona nuestros pecados? En realidad, la Iglesia ha constatado a lo largo de los siglos que la huella negativa del pecado permanece en nuestros comportamientos y pensamientos. Con la indulgencia, la misericordia del Padre libera al pecador de todas las consecuencias restantes del pecado, permitiéndole actuar con caridad y crecer en el amor. En resumen, si mediante la confesión obtenemos el perdón fundamental del pecado, la indulgencia interviene para borrar también todas las «impurezas» que cargamos y que son consecuencia de los pecados cometidos.

Por tanto, vivir la indulgencia del Jubileo 2025 significa entrar más profundamente en una dinámica de purificación y perdón. En la práctica, la persona que recibe la indulgencia retorna al estado de gracia original del bautismo. La práctica de las indulgencias representa un verdadero tesoro, que se arraiga en el mismo misterio de la redención operada por Cristo. Asimismo, las obras requeridas para obtener la indulgencia —oraciones, prácticas de devoción, penitencias y actos de caridad— son ya medios concretos para responder a la llamada a la conversión personal y avanzar en el camino de la santidad. ¡La indulgencia es un milagro de la gracia!

 

(Agosto 2025)

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Pellegrini medioevali - 1

El sentido de la peregrinación

Durante la peregrinación, dirigimos nuestra mirada hacia la dimensión espiritual de nuestro ser, que a menudo queda relegada a un segundo plano debido a la rutina diaria que acapara nuestra atención. En este recorrido, dejamos atrás nuestro bienestar habitual y nos enfocamos en lo esencial.

La peregrinación a Roma adquirió especial relevancia a partir del fin de las persecuciones contra los cristianos del Imperio romano, tras la promulgación del Edicto de Milán por el emperador Constantino en el año 313. A partir de entonces, creció el anhelo espiritual de visitar las tumbas de los apóstoles Pedro y Pablo, así como los lugares santos de Jerusalén.

En el siglo XIII, con el papa Bonifacio VIII, el Jubileo fue institucionalizado en Roma, y la peregrinación se convirtió en uno de los elementos esenciales para vivir esta experiencia de gracia. «La peregrinación es un signo peculiar en el Año Santo, porque es imagen del camino que cada persona realiza en su existencia. La vida es una peregrinación y el ser humano es viator, un peregrino que recorre su camino hasta alcanzar la meta anhelada. También para llegar a la Puerta Santa en Roma y en cualquier otro lugar, cada uno deberá realizar, de acuerdo con las propias fuerzas, una peregrinación», recordaba la bula de convocación Misericordiae Vultus (n.º 14) del anterior Jubileo de la Iglesia católica, celebrado en 2015-2016.

Un viaje en el espacio, sí, pero también un viaje en el tiempo de nuestra vida, porque en la dinámica de la peregrinación nos damos la oportunidad de «detenernos» e incluso, si es necesario, de retroceder: la peregrinación es, por tanto, un tiempo de conversión. Acercarse al sacramento de la reconciliación es un momento central de la peregrinación, pues prepara el corazón para recibir el don de una vida nueva en Dios.

 

(Julio de 2025)

 

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Pillole di Giubileo - 1

¿Por qué peregrinar a Roma este año?
El Jubileo

Bíblicamente, los orígenes del jubileo se remontan al Antiguo Testamento. La ley de Moisés había establecido un año especial para el pueblo hebreo (cf. Lév 25, 10-13). La trompeta con la cual se anunció este particular año era un cuerno de carnero, que en hebreo se conoce como «yôbel», de donde proviene la palabra «jubileo». La celebración de este año comprendía la restitución de las tierras a sus antiguos propietarios, la remisión de las deudas, la liberación de los esclavos y el descanso de la tierra. En el Nuevo Testamento, Jesús se presenta como Aquel que lleva a cumplimiento el jubileo antiguo, ya que ha venido a «proclamar un año de gracia del Señor» (cf. Is 61, 1-2). En la tradición católica, el año jubilar es, ante todo, el año de Cristo, portador de vida y gracia. Cada 25 años, el jubileo celebra el aniversario de un hecho histórico cuyos efectos se prolongaron en el tiempo: el nacimiento del Dios hecho hombre que dio un destino de eternidad a toda la humanidad.

El primer jubileo fue proclamado en el año 1300 por el papa Bonifacio VIII, en un momento en el que era casi imposible que los cristianos pudieran peregrinar a Tierra Santa. Una reproducción de la bula Antiquorum habet fida relatio, por la que se proclamó el primer jubileo romano, hoy se encuentra grabada en la parte superior izquierda de la Puerta Santa. El jubileo se conoce como «Año Santo», no solo por que comienza, se desarrolla y concluye con ritos sagrados, sino también porque está destinado a promover, paso a paso, la santidad de la vida. El jubileo puede ser «ordinario», si está ligado a la recurrencia periódica establecida actualmente cada 25 años, o «extraordinario», si se convoca con motivo de un acontecimiento de especial importancia. Bajo el signo de la esperanza que no defrauda, este año celebramos el jubileo ordinario nº 27.

 

(Junio de 2025)