Cápsulas del Jubileo
¿Por qué peregrinar a Roma este año?
El Jubileo
Bíblicamente, los orígenes del jubileo se remontan al Antiguo Testamento. La ley de Moisés había establecido un año especial para el pueblo hebreo (cf. Lév 25, 10-13). La trompeta con la cual se anunció este particular año era un cuerno de carnero, que en hebreo se conoce como «yôbel», de donde proviene la palabra «jubileo». La celebración de este año comprendía la restitución de las tierras a sus antiguos propietarios, la remisión de las deudas, la liberación de los esclavos y el descanso de la tierra. En el Nuevo Testamento, Jesús se presenta como Aquel que lleva a cumplimiento el jubileo antiguo, ya que ha venido a «proclamar un año de gracia del Señor» (cf. Is 61, 1-2). En la tradición católica, el año jubilar es, ante todo, el año de Cristo, portador de vida y gracia. Cada 25 años, el jubileo celebra el aniversario de un hecho histórico cuyos efectos se prolongaron en el tiempo: el nacimiento del Dios hecho hombre que dio un destino de eternidad a toda la humanidad.
El primer jubileo fue proclamado en el año 1300 por el papa Bonifacio VIII, en un momento en el que era casi imposible que los cristianos pudieran peregrinar a Tierra Santa. Una reproducción de la bula Antiquorum habet fida relatio, por la que se proclamó el primer jubileo romano, hoy se encuentra grabada en la parte superior izquierda de la Puerta Santa. El jubileo se conoce como «Año Santo», no solo por que comienza, se desarrolla y concluye con ritos sagrados, sino también porque está destinado a promover, paso a paso, la santidad de la vida. El jubileo puede ser «ordinario», si está ligado a la recurrencia periódica establecida actualmente cada 25 años, o «extraordinario», si se convoca con motivo de un acontecimiento de especial importancia. Bajo el signo de la esperanza que no defrauda, este año celebramos el jubileo ordinario nº 27.