La peregrinación del Gran Maestre a Tierra Santa con motivo de la Asunción

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Pellegrinaggio TS GM Assunta  - 1

«Este día de mediados de agosto está consagrado en la Iglesia, según una antigua tradición histórico-litúrgica, a la veneración de la Pascua de María, Madre del Señor; una festividad conocida a su vez como el Tránsito de la Virgen, la Dormición de María o, más comúnmente, la Asunción al cielo». Así se expresó el Gran Maestre de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén, el cardenal Fernando Filoni, en la homilía que pronunció el 15 de agosto en la abadía benedictina de la Dormición, en Jerusalén. Llegado a Tierra Santa por invitación del abad de este lugar sagrado, el padre Nikodemus Schnabel (OSB), el cardenal Filoni participó en la celebración de esta solemnidad. En este momento tan difícil y doloroso para la región, trajo consigo las intenciones de paz de los 30 000 Caballeros y Damas de la Orden del Santo Sepulcro, así como una oración de confianza por el inicio del ministerio petrino de León XIV, a quien había escrito antes de su partida y por cuyas intenciones celebró una misa en el edículo del Santo Sepulcro.

En 1950, el papa Pío XII proclamó el dogma de la Asunción de María al cielo, según el cual, en el momento de su gloriosa partida de esta tierra, el cuerpo de María «no sufrió la corrupción» y fue elevado al cielo en cuerpo y alma.

«Así, podemos considerar —declaró el Gran Maestre de la Orden del Santo Sepulcro— que la Pascua de María sigue a la Pascua del Señor Jesús». A continuación, planteó una pregunta a los presentes —notablemente menos numerosos de lo habitual en una Jerusalén vacía de peregrinos—: «¿Qué da a nuestro camino, a nuestra vida, la Asunción de María? ¿En qué sentido nos concierne? ¿Es simplemente una “doctrina” o significa algo más?».

«Para responder a la pregunta, me gustaría retomar un pensamiento de Benedicto XVI que, en una homilía pronunciada con motivo de esta solemnidad, habló de una triple dimensión de la Asunción: a saber, que (1) en la Asunción vemos que en Dios hay espacio para el hombre: Dios no está encerrado en sí mismo ni es indiferente a la humanidad […]; (2) que María es el Arca santa que lleva la presencia de Dios […]; y (3) que en la humanidad puede haber espacio para Dios».

El abad Nikodemus Schnabel, también Caballero eclesiástico de la Orden del Santo Sepulcro, recibió en esos días, además del cardenal Filoni, a un pequeño grupo de jóvenes que estaban viviendo un tiempo de acercamiento y discernimiento de la vida monástica. El cardenal Filoni se reunió con ellos en privado. Fueron presencias modestas, pero muy significativas, en una tierra postrada que espera el regreso de los peregrinos. Para los cristianos locales, que trabajan en los lugares santos y al servicio de las peregrinaciones, estos representan un apoyo indispensable tanto en la fe como en la vida cotidiana y económica. «En el océano de sufrimientos actual —declaró el abad de la Dormición—, la festividad de nuestra santa patrona es como una Pascua estival que trae esperanza. En un momento en que las personas están atormentadas en cuerpo y alma, celebramos que nuestros cuerpos y nuestras almas tienen un futuro indestructible junto a Dios. Lo que Dios hizo por María es una promesa de esperanza para todos nosotros».

Durante su peregrinación, el cardenal Filoni visitó al patriarca latino de Jerusalén y Gran Prior de la Orden del Santo Sepulcro, el cardenal Pierbattista Pizzaballa. Posteriormente, también fue a orar en los lugares santos de Belén, Nazaret y a orillas del lago de Tiberíades. En Belén, tuvo la oportunidad de escuchar atentamente las diferentes actividades apoyadas por la Orden del Santo Sepulcro a través del patriarcado latino de Jerusalén, en particular mediante la oficina de servicios sociales, que se encarga, entre otras cosas, de las becas de estudios que permiten cubrir los gastos de escolaridad, del programa de ayuda médica y farmacéutica, así como de los cupones de alimentos para asistir a las familias que no logran llegar a fin de mes. En una ciudad como Belén, donde el desempleo se ha disparado debido a la guerra, la escasa afluencia turística y las crecientes restricciones para entrar en Israel (donde trabajaban muchos palestinos de la región), el cardenal Filoni escuchó la historia de Yusef, de 37 años, padre de cuatro hijos —el menor de apenas cuatro meses—, diabético y con problemas en las piernas y la vista. Actualmente, Yusef trabaja a tiempo parcial en la parroquia, lo que le permite cubrir las necesidades de su familia y mantener una vida digna.

Entre sus distintos encuentros, el Gran Maestre también se reunió con el patriarca emérito, Su Beatitud Michel Sabbah. «Nosotros, los cristianos, seguimos siendo tan pocos como en la época de Jesús —declaró el patriarca emérito, monseñor Sabbah—, una voz influyente de la Iglesia local a cuyo servicio dedicó su vida. De hecho, en la época de la cruz los cristianos eran pocos, tras la muerte de Jesús quedaron pocos y aún hoy seguimos siendo pocos. Jesús nunca nos dijo “seréis millones”, pero siempre nos exhortó “no tengáis miedo, pequeño rebaño”. Siempre seremos pocos aquí, pero debemos esforzarnos, porque no a todos les gusta ser pocos, ya que se tiende a pensar que, debido a nuestro número, somos menos capaces que los demás. Sin embargo, esta es una perspectiva errónea: el cristiano no está ligado al número, sino a la fe. Jesús dijo que incluso una sola persona que cree puede mover montañas. Aunque seamos pocos, los cristianos podemos transformar toda situación. Pero para ello necesitamos catequesis, formación, oración y la convicción de que es Dios quien actúa aquí». Finalmente, concluyó: «Hay un misterio en esta tierra: está bendecida, pero al mismo tiempo, está maldita. Esperemos que Dios actúe con el poder de su Espíritu, derribando de sus tronos a los grandes dictadores y opresores del pueblo, y que un día Él mismo venga con la gloria de su amor y humildad, no con poder humano, sino con gloria y amor para todos».

Con esta peregrinación privada, el cardenal Filoni quiso animar a los fieles a visitar Tierra Santa, en un gesto de solidaridad y esperanza compartida con la comunidad cristiana local, cuyos miembros conforman la Iglesia Madre de Jerusalén.

 

Elena Dini

(Septiembre de 2025)