La guerra no solo destruye con armas
La situación en Gaza, Cisjordania e Israel sigue siendo extremadamente trágica. El cardenal Fernando Filoni, Gran Maestre de la Orden del Santo Sepulcro, y el Gobernador General, el Embajador Leonardo Visconti di Modrone, también hablaron de ello con el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, durante la audiencia que se les concedió el sábado 20 de enero.
Recién llegados de su peregrinación por la paz en Tierra Santa (del 28 de diciembre de 2023 al 3 de enero de 2024), durante la cual entregaron al Patriarca de Jerusalén y Gran Prior de la Orden, el cardenal Pierbattista Pizzaballa, una contribución solidaria de cerca de 1 millón de dólares (recaudada gracias a las donaciones voluntarias de los Caballeros y Damas de la Orden de todo el mundo que querían expresar su cercanía y responder, en la medida de lo posible, a las enormes necesidades humanitarias de la población afectada por el conflicto), pudieron compartir sus impresiones y relatar su experiencia.
En la actualidad y desde hace más de 100 días, 600 personas se han refugiado en el interior de la iglesia católica de la Sagrada Familia de Gaza, las cuales necesitan comida, agua, medicamentos y ropa, y otros 200 cristianos se encuentran en la iglesia ortodoxa griega. El Patriarcado latino de Jerusalén ha hecho todo lo posible para responder a sus necesidades. No obstante, en esta fase del conflicto, no es posible estar más presente ni proporcionar más ayuda dentro de Gaza.
Lo que sí es posible en estos momentos es garantizar la ayuda en el resto de los territorios palestinos, donde la situación, no tan trágica como en Gaza, es extremadamente compleja, aunque la prensa hable menos de ello. Las recientes cifras de las Naciones Unidas informan de que más de 300 palestinos han fallecido, más de 4000 han resultado heridos y más de 1200 han tenido que abandonar sus casas. Pero, además, el hundimiento total del sector turístico (pensemos, sobre todo, en las familias cristianas que trabajan dentro de este sector en Belén), así como la revocación de los permisos de trabajo de muchos palestinos en Israel y la interrupción de la transferencia de impuestos de Israel a la Autoridad Palestina están poniendo de rodillas a la economía local, provocando un peligroso aumento de la tasa de desempleo y grandes dificultades económicas para las familias.
A través de la mediación del Patriarcado latino de Jerusalén, la Orden contribuye a la supervivencia de los refugiados en la parroquia de Gaza y presta su ayuda en numerosas situaciones humanitarias en Cisjordania. La ayuda humanitaria, en función de las diferentes necesidades, se basa en vales de comida, contribuciones económicas para pagar los servicios públicos o los costes escolares, la compra de medicamentos y la cobertura de los gastos médicos. Dado que muchas personas han perdido su trabajo, el objetivo en Cisjordania es encontrar soluciones más sostenibles apoyando el desarrollo de pequeñas empresas o iniciativas y, en general, ayudar a la población local a encontrar formas de generar ingresos.
La guerra es trágica: la gente lucha, sus vidas corren peligro y mueren. Luego, están los lugares que sufren los efectos colaterales, donde no caen las bombas, pero se produce destrucción. Las consecuencias de este conflicto están teniendo un profundo impacto en Palestina e Israel y, en este momento, lo que sí es posible y necesario es garantizar el apoyo económico y psicológico de tantas personas necesitadas, que ya no pueden mantenerse a sí mismas ni a sus familias. Proyectos más concretos para Gaza tendrán que esperar hasta el final de la guerra, pero ya hay mucho que hacer en Cisjordania, Palestina e Israel, y gracias a las contribuciones enviadas por las Lugartenencias de la Orden del Santo Sepulcro, fruto de la generosidad individual y espontánea de muchos Caballeros y Damas, es posible continuar apoyando al Patriarcado latino en su acción humanitaria.
(Enero de 2024)