Vivir la pasión de la Navidad
El Señor nos invita a vivir una nueva Navidad, precedida por un tiempo de gracia: el Adviento. Todos sabemos que el misterio de la Encarnación de Dios constituye el cumplimiento de la historia de la salvación, concebida y querida desde el primer instante en que, como nos recuerda la Carta a los Hebreos (Hb 10, 5-9), en un «diálogo» trinitario atemporal, el Hijo de Dios entró en la temporalidad, acontecimiento que tuvo lugar en el seno de la familia de Nazaret.
El «sí» inicial de María, al aceptar una maternidad que era obra del Espíritu divino, se convirtió en el punto de partida de un camino que culminaría con el último «sí» al pie de la cruz. Nunca debemos olvidar que los dos fiat —el primero y el último «sí» de María— son inseparables.
José también, con su fe, su valentía de hombre «justo» y su firme determinación, participó activamente en la historia salvífica de Dios. Por obediencia al Altísimo y por amor a María —dos rasgos hermosos de su personalidad—, José se dejó guiar, convirtiéndose en el instrumento mediante el cual se cumplieron las promesas que el Señor había hecho a los Padres y a los antiguos profetas; promesas que, a lo largo de la historia, habían parecido casi marchitas, si no perdidas. Al acoger el misterio de la Encarnación, José y María comenzaron no solo un nuevo camino en su existencia, colocando en el centro a la persona de Jesús, Hijo de Dios y su hijo, sino también hijo de la humanidad.
El nacimiento del Señor fue, sin duda, un punto de inflexión para toda la humanidad. Para todo hombre y toda mujer, la Navidad es una ocasión para renovarse interiormente, acoger a Dios y poner nuestros días en Sus manos.
El santo ermitaño Nicolás de Flüe, muy querido en Suiza, decía a quienes acudían a él, atraídos por su vida íntegramente consagrada a Cristo pobre y humilde: «Debéis llevar el Misterio de Dios en vuestro corazón, porque es, para un hombre o para una mujer, el mayor consuelo en su vida».
¿No es esta, acaso, una resolución que todos podemos asumir, sabiendo que el misterio del nacimiento del Señor no solo evoca un recuerdo histórico-litúrgico piadoso y poético, sino que revela la pasión de un Dios que ama a todas sus criaturas, y que esa pasión nos involucra también hoy?
¡Feliz Navidad! ¡Que el Señor esté siempre con vosotros!
Fernando Cardenal Filoni
Gran Maestre
(Diciembre de 2025)
NB: Este mensaje retoma las «meditaciones» del cardenal Gran Maestre en «En tus manos están mis azares» (disponible en italiano – «I miei giorni sono nelle tue mani» –, Editorial San Paolo, 2025).


