El Gran Maestre presenta los votos de la Orden al nuevo papa

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Papa Leone XIV_Saluto - 1

León, un nombre sorprendente incluso para los cardenales del cónclave que acababan de elegir a Robert Francis Prevost como el 267.º sucesor del apóstol Pedro y el decimocuarto en adoptar dicho nombre. Así comenzaba su ministerio petrino, bajo la mirada del Cristo de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina.

Sí, porque el papa León es el nuevo obispo de Roma y líder de la Iglesia católica. Cuando se contabilizaron dos tercios de los votos y yo, como escrutador, anuncié los resultados, su rostro reflejó una intensa emoción al comprender la solemnidad de la misión a la que Dios le llamaba. En ese preciso instante, todos los cardenales se pusieron en pie y le dedicaron un largo y cálido aplauso, en señal de aprobación común, efecto fraterno y apoyo. Sin perder, aparentemente, su calma y serenidad, León XIV nos mostró su rostro: el de un hombre de Dios que se somete plenamente a su voluntad, signo de una fe en la que siempre se ha apoyado. Esta fe le condujo desde su Illinois natal (en Estados Unidos) a la vida religiosa de los agustinos; más tarde, a las misiones de los vicariatos apostólicos de Chulucanas, Iquitos y Apurímac; y, finalmente, a la dirección de la diócesis de Chiclayo (Perú), donde el papa Francisco lo destinó en 2014 antes de nombrarlo prefecto del Dicasterio para los Obispos en enero de 2023 y elevarlo a la dignidad de cardenal en el consistorio del 30 de septiembre de ese mismo año.

Es un hijo espiritual de san Agustín, el gran obispo de Hipona, quien, en su juventud, vagó en el pensamiento filosófico pagano de su época (siglo IV/V d.C.) antes de llegar, finalmente, a la fe en Cristo. Agustín se convirtió en el mayor teólogo de su época y quiso ofrecer una regla de vida a quienes lo siguieron en la oración y la vida religiosa, una regla que, aún hoy, sigue siendo vital.

León XIV ha declarado que escogió ese nombre en honor a dos grandes papas. El primero es León Magno (siglos IV-V), teólogo, exégeta y extraordinario pastor de almas, quien otorgó prestigio y autoridad a la Iglesia de Roma, afirmando con claridad la primacía del papa en el conjunto de la Iglesia, al sostener que «el carácter de la dignidad papal es único» y que «todos aquellos que se regeneraban en Cristo reciben el título de rey por la señal de la cruz». Asimismo, León Magno defendió la fe frente a las herejías y las invasiones bárbaras, y veía a la Iglesia como un cuerpo en el que habita Cristo. El segundo es León XIII (1810-1903), el gran papa de la «cuestión social» de su tiempo y autor de la primera gran encíclica (Rerum novarum) sobre la doctrina social de la Iglesia.

Mientras me encontraba en la Capilla Sixtina junto al recién elegido pontífice, durante un breve momento de descanso, le comenté que, en 1888, León XIII había autorizado la admisión de damas en la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén. Ante esta observación, el santo padre expresó su sorpresa, pues no conocía ese impulso de reforma que dicho pontífice había aportado a nuestra institución.

Tal como me expresó personalmente, León XIV será un papa comprometido con la cuestión social del trabajo, pues nos encontramos en un periodo crítico en esta materia. El trabajo, añadió, es un factor esencial a la hora de promover la dignidad de las personas y las familias. Sin embargo, dicha dignidad se ve hoy amenazada por fenómenos como la invasión de la llamada inteligencia artificial, así como por la explotación del trabajo infantil y de los trabajadores desprotegidos, todo ello en favor de quienes anteponen el beneficio a cualquier otra consideración.

Será un pontífice que situará a Cristo en el centro de toda acción, sin el cual todo esfuerzo está destinado a caer en la pobreza ideal y espiritual. Casi un nuevo humanismo, no solo integral, sino cristiano.

Su lema pontificio, In Illo Uno Unum («En el único Cristo somos uno»), inscrito bajo su escudo, constituye en sí mismo todo un programa. Está inspirado en san Agustín y el Evangelio de Juan, donde Jesús pide a sus discípulos que mantengan la unidad en Él.

La Orden Ecuestre del Santo Sepulcro, fiel al sucesor de Pedro, le expresa sus mejores deseos para su pontificado.

 

Fernando Cardenal Filoni

 

(Mayo de 2025)