«Bendigo a todos los miembros de la Orden con sus familias. Y os pido, no os olvidéis de rezar por mí»
En tres momentos distintos de su pontificado, el papa Francisco concedió una audiencia especial a la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro con motivo de la Consulta de la Orden, una asamblea general que tiene lugar cada cinco años.
En este tiempo pascual – en el que vivimos la experiencia de la Resurrección, aun en medio del duelo que atraviesa la Iglesia – resuenan con claridad en nuestros oídos las palabras pronunciadas durante la última audiencia del 9 de noviembre de 2023: «El Sepulcro vacío, del que por vocación desde hace siglos os comprometéis para ser Custodios especiales, es en este sentido sobre todo signo del amor sin confines del Crucificado, que no tiene nada para sí y que por eso no puede ser detenido por los lazos de la muerte».
Como Orden vinculada a un sepulcro tan preciado, precisamente por estar vacío, solo podemos mostrar nuestro agradecimiento al papa Francisco por habernos recordado de manera constante este llamado a la vida, inherente a nuestra misión.
Unos meses después de su elección, el 13 de septiembre de 2013, el papa Francisco recibió en el Aula Nervi no solo a los miembros de la Consulta, sino también, en el marco del Año de la Fe, a los participantes en la peregrinación internacional de la Orden. Asistieron más de 2000 Caballeros y Damas, a quienes quiso expresar su «aprecio y aliento por las iniciativas de solidaridad que la Orden promueve a favor de los Santos Lugares y que en los últimos años se han desarrollado y ampliado», a la vez que los animaba a velar por que «Jesucristo crucificado y resucitado sea realmente el centro de vuestra existencia y de cada proyecto vuestro personal y asociativo. Creer en el poder redentor de la Cruz y de la Resurrección, para ofrecer esperanza y paz. De modo particular, la Tierra de Jesús lo necesita mucho».
El 16 de noviembre de 2018, los miembros de la Consulta fueron recibidos con un cálido «Aquí en el Vaticano, estáis, de alguna manera, en casa», como parte de una antigua institución pontificia colocada bajo la protección de la Santa Sede. Al mencionar nuestra acción en Tierra Santa, no dudó en destacar un tema que apreciaba sobremanera, a saber, la apertura interreligiosa y el diálogo en la vida cotidiana: «Es una buena señal que vuestras iniciativas en el campo de la formación y la asistencia sanitaria estén abiertas a todos, independientemente de las comunidades a las que pertenezcan y de la religión profesada. De esta manera, contribuís a allanar el camino hacia el conocimiento de los valores cristianos, la promoción del diálogo interreligioso, el respeto mutuo y el entendimiento recíproco». Asimismo, el santo padre insistió en las motivaciones que nos guían en nuestra misión: «no olvidéis que no sois un ente filantrópico comprometido con la promoción de la mejora material y social de los destinatarios. Estáis llamados a poner en el centro y como objetivo final de vuestras obras el amor evangélico al prójimo, para testimoniar en todas partes la bondad y el cuidado con que Dios ama a todos».
Misioneros y mensajeros del amor de Dios por medio del especial cuidado que brindamos a Tierra Santa: así es como el papa Francisco nos ha llamado a vivir nuestra vocación.
Fue con este mismo espíritu que, en 2023, nos regaló una bonita imagen, que conservamos con cariño, y destacó la importancia de la formación asociada a la Cruz de Jerusalén, nuestro símbolo: «Formación inicial y permanente, práctica y espiritual: son cuatro líneas directivas que podemos ver representadas en el signo de la Cruz, que destaca claramente sobre vuestros mantos y que anima vuestra espiritualidad. Esta, con su brazo horizontal os recuerda el compromiso a hacer que la dedicación a Cristo crucificado y resucitado abrace toda vuestra vida, y en la caridad os haga cercanos a cada hermano y hermana; mientras que con el vertical, bien plantado en tierra y dirigido al cielo, os recuerda la irrenunciable complementariedad, en vuestro camino, entre vida de oración y servicio de los hermanos, atento, cualificado, bien enraizado en las realidades en las que trabajáis, dirigido al bien total de la persona».
En esta última audiencia, el papa Francisco no podía dejar de compartir lo que fue una constante en su corazón y en su mensaje a lo largo de su vida y, en particular, durante el último año y medio de guerra: la oración por la paz en Tierra Santa. «Antes de concluir, quiero dirigir junto a vosotros – instó el sucesor de Pedro – el pensamiento a Tierra Santa. Lamentablemente somos testigos de una tragedia que se desarrolla precisamente en los lugares en los que el Señor vivió, en los que enseñó a través de su humanidad a amar, a perdonar y hacer el bien a todos. Y sin embargo lavemos desgarrados por los tremendos sufrimientos que golpean sobre todo a tantos inocentes, tantos inocentes muertos».
Por último, recordemos ese último momento y sus palabras finales, con las que nos confiaba a la protección de nuestra patrona y, como era habitual al término de sus audiencias, nos pedía un acto de misericordia hacia él mismo para poder seguir soportando el peso del oficio petrino: «Queridos hermanos y hermanas, la Virgen María invocada por vosotros con el título de Reina de Palestina, os asista siempre en vuestra misión. De corazón os bendigo, bendigo a todos los miembros de la Orden con sus familias. Y os pido, no os olvidéis de rezar por mí. Gracias».
Gracias, papa Francisco.
(24 de abril de 2025)