SAN PEDRO EN GALLICANTU
El Viernes Santo
Estar en camino hacia la santidad, como todo cristiano, no quiere decir haber dejado para siempre y totalmente de ser pecador. Necesitamos siempre del perdón de Dios, de su misericordia que nos sostiene y nos ayuda a avanzar y levantarnos cuando caemos.
San Pedro se dio cuenta enseguida: Jesús le había elegido como “roca” sobre la que “edificaría su Iglesia”, pero no ignoraba claramente sus debilidades humanas. La llamada de Dios y el hecho que nos confía una misión no implica pretender que no existe la posibilidad de caer en tentación. Y Jesús sabe que Pedro va a negarle varias veces. La noche de la última Cena, frente al ímpetu de Pedro por manifestar a su Señor su entrega total, Jesús le anticipa lo que va a ocurrir, es decir, que “hoy, esta misma noche, antes que el gallo cante dos veces, tú me habrás negado tres” ( Mc 14, 30).
Se puede pensar que gracias al hecho de que Jesús haya mostrado que sabía lo que iba a producirse, precisamente – y eso a pesar del hecho de que no hubiera expulsado a Pedro, sino que le tomó consigo para rezar en Getsemaní –, Pedro ha podido reconocer su traición, arrepentirse y levantarse de nuevo. Pedro creyó en el perdón. Esa es sin duda la diferencia entre Pedro y Judas: creer que la Misericordia de Dios es tan grande que nos acoge cuando, arrepentidos, volvemos a la casa del Padre.