«Si Nuestro Señor ha prometido ciertas cosas, las cumplirá en el transcurso de la historia»
Padre Francesco, cuando pensamos en los cristianos de Tierra Santa, hablamos de las «piedras vivas» de esta tierra. ¿Qué estilo de vida llevan estas piedras en la actualidad?
A decir verdad, no hay peregrinos en este momento y se está produciendo la misma situación que vivimos durante la pandemia, con un factor agravante: Cisjordania está cerrada y muchas de las personas que solían desplazarse desde Belén a Jerusalén para trabajar ya no tienen esta posibilidad. Aquellas que siguen haciéndolo, como los profesores de nuestras escuelas, deben registrar sus huellas dactilares en el punto de control tanto al entrar como al salir. Si, aunque sea por error, no respetan este procedimiento, son sancionados.
Nos encontramos ante una situación en la que los palestinos que viven en Cisjordania (incluidos los cristianos) están en su mayoría confinados en este territorio. En el caso de Belén, los cristianos de la región han perdido sus puestos de trabajo al vivir principalmente de las peregrinaciones. En Gaza, los pocos feligreses que quedan esperan que llegue el final de la guerra para hacer recuento de las personas con vida. Hasta en Israel, los árabes israelís, incluidos los cristianos que se habían integrado en el tejido social, como en Galilea, viven este periodo con grandes dificultades a medida que las relaciones se deterioran y las inquietudes por la seguridad aumentan.
A los cristianos de a pie de Tierra Santa a menudo les cuesta comprender las diferentes presencias eclesiales. ¿Podría explicarnos cuáles son los ámbitos de responsabilidad y actuación de la Custodia de Tierra Santa y del Patriarcado latino de Jerusalén, así como las relaciones de cooperación entre ambas entidades?
Hasta 1847, solo la Custodia estaba presente en Tierra Santa. Cuando se refundó el Patriarcado latino de Jerusalén, se decidió realizar una distinción entre las funciones de sus miembros. Las funciones episcopales corresponden al Patriarca, y es él quien determina la orientación de la vida pastoral. En cuanto al Custodio, él es el responsable de custodiar los Lugares Santos y gestionar el statu quo con el Patriarca greco ortodoxo y el Patriarca armenio apostólico en los santuarios más importantes, como el Santo Sepulcro de Jerusalén y la Natividad de Belén.
Tampoco debemos olvidar la diferencia de jurisdicción. El Patriarcado latino obra en Israel, Palestina, Jordania y Chipre, mientras que la Custodia lo hace en Siria, Líbano, Egipto, Rodas y otros territorios además de estas regiones.
A su vez, existen algunas actividades que el Patriarcado y la Custodia realizan de manera conjunta, como la labor educativa en las escuelas: la Custodia cuenta con 18 escuelas en su territorio, incluida la más antigua de Tierra Santa, fundada en 1598 en Belén. Además, existen parroquias que nos han sido confiadas, como las de Nazaret, Belén, Jerusalén, Jericó y Acre. En todos los casos mencionados, se trata de un servicio que debe prestarse de forma coordinada.
Las necesidades de Tierra Santa y de las comunidades cristianas que viven allí son muy importantes en este momento. ¿Cómo se organiza la Custodia?
Como bien sabe la Orden del Santo Sepulcro, existen dos fuentes de apoyo eclesial en Tierra Santa: la Orden, que está llamada a apoyar de una forma más directa al Patriarcado latino de Jerusalén, y la colecta del Viernes Santo, de la que el 65 % se envía a la Custodia y el 35 % al Dicasterio para las Iglesias Orientales. La colecta Pro Terra Sancta es indispensable para nosotros. Esta fue reformada en 1974 por el papa Pablo VI en la exhortación apostólica Nobis in Animo. Incluso antes de eso, la recaudación de fondos estaba autorizada por las Comisarías de Tierra Santa [presencias franciscanas que se encuentran en más de 60 países y que sensibilizan sobre Tierra Santa y piden apoyo y solidaridad para que la Custodia pueda continuar su misión, nota de la redacción] debido a que la Custodia no es simplemente una misión de la Orden Franciscana, sino que tiene un mandato oficial de la Santa Sede que, con la bula Gratias agimus de 1342, confió a nuestra Orden el cuidado de los Santos Lugares y, a partir de ahí, también el compromiso pastoral y la asistencia social.
Fue también gracias al compromiso pastoral plurisecular de los hermanos de la Custodia que, a mediados del siglo XIX, se dieron las condiciones para el restablecimiento del Patriarcado latino de Jerusalén. Sin embargo, hoy en día, con la ausencia de peregrinos, la carga económica que supone el mantenimiento y la gestión de los santuarios – que normalmente son autosuficientes gracias a las peregrinaciones – está resultando desproporcionada en relación con los recursos disponibles. Es necesario encontrar recursos tanto para continuar manteniendo estas instalaciones como para seguir empleando a los cristianos locales que trabajan en ellas. A su vez, tenemos unos mil empleados trabajando en nuestras escuelas y, también en este caso, los costes son elevados.