Una Dama de la Orden en la sociedad y en la Iglesia
«Me llamo Imelda Agnès Durand, soy Dama de la Orden del Santo Sepulcro desde diciembre de 2018. Soy francesa y mi país de origen es Burkina Faso. Provengo de una familia católica perteneciente a los primeros católicos de Burkina Faso, donde me inicié desde la infancia en una práctica regular y ferviente de la fe católica.
El primer bautismo católico de mi pueblo tuvo lugar en 1914 y en 1915 mi abuelo fue bautizado durante la celebración de Pentecostés. Para esa generación, pertenecer a los primeros bautizados significaba llevar la antorcha de la religión antes que los demás y, por ello, fomentar las actividades católicas para todos los niños y así dar un buen ejemplo. Por eso mis padres eran catequistas voluntarios: mi madre era miembro del Grupo de la Pasión, que organizaba oraciones por los enfermos en cama, y mi padre animaba las misas dominicales.
Mi marido y yo nos casamos hace más de 25 años y tenemos un hijo y una hija. Llevamos una vida familiar acorde con los principios de los valores cristianos. Mi marido también es Caballero de la Orden del Santo Sepulcro.
Veo mi pertenencia a la Orden como un viático de esperanza y un testimonio de los valores cristianos fundamentales que tanto se necesitan en nuestro tiempo. Por lo tanto, pertenecer a la Orden representa para mí no sólo una continuación del don en sí mismo, y del compromiso con los proyectos de los más vulnerables en los que podemos ver al Señor, sino también una oportunidad de ser protagonista activa, contribuyendo al apoyo de los cristianos en Tierra Santa.
Durante el 50º aniversario de Populorum Progressio, en el que participé los días 3 y 4 de abril de 2017, el papa Francisco recomendó encarecidamente a los católicos que fueran protagonistas activos en la sociedad, para salvaguardar los verdaderos valores humanos que permiten la esperanza. Esta es una misión estimulante que me parece que se corresponde con la misión encomendada a la Orden y con mi vocación para a ser Dama.
Como acción concreta en el marco de este compromiso asignado a cada uno de nosotros, di clases de catecismo durante el año escolar 2016-2017 a los alumnos del liceo francés Chateaubriand, en Roma. Luego, desde 2016, soy miembro del grupo de voluntarios de la Parroquia de San Marcellino e Pietro. En este marco, y una vez al mes, presto un servicio de ayuda a los pobres de Cáritas de Colle Oppio. Esta oportunidad me ha enriquecido en todos los sentidos: me ha hecho consciente de lo afortunados que somos y de que tenemos el deber de ayudar a aquellos que viven en condiciones precarias por las circunstancias de la vida.
Además, las numerosas estancias en diversos países del mundo me han dado la oportunidad de aprender mucho de las personas que he conocido en la escuela de la vida y de desarrollar un interés especial en la ayuda mutua. También he tenido la oportunidad de adquirir habilidades de liderazgo, organización y gestión, maduradas y enriquecidas en varios campos, que me han abierto un horizonte más amplio.
Estas son algunas de las herramientas que estoy tratando de poner a disposición de mi trabajo como jefa de los proyectos de mujeres del «United Nations Women’s Guild» (UNWG). Este Grupo de Trabajo de las Naciones Unidas es una asociación internacional sin ánimo de lucro que reúne a personas que tienen vínculos profesionales o familiares con los organismos de las Naciones Unidas. Es una asociación que promueve la tolerancia y la amistad intercultural organizando programas sociales, culturales y educativos para sus miembros. Los miembros de la asociación proceden de todos los continentes y participan activamente como voluntarios en la recaudación de fondos para financiar proyectos en todos los ámbitos, como la salud, el acceso al agua potable, la educación, la infraestructura y diversos microproyectos para ayudar a las mujeres, a los niños y a las comunidades más vulnerables en diversos países del mundo.
Los fondos para financiar los proyectos provienen de diversas fuentes: de donaciones, de la tienda del UNWG en la sede de la FAO que vende diversos materiales reciclados donados por nuestros miembros y el personal de las Naciones Unidas; y del Bazar anual que es el principal evento de recaudación de fondos, en el que los miembros del UNWG venden alimentos internacionales, libros, artesanías, objetos de decoración y obras de arte. Como miembro del UNWG (Grupo de Trabajo de las Naciones Unidas) desde 2014, asumí la Vicepresidencia durante dos años y durante los últimos tres años he sido la responsable de la Gestión de Proyectos. En este contexto, hemos tenido la oportunidad, junto con el UNWG, de apoyar dos pequeños proyectos a favor del Vicariato de Santiago del Patriarcado latino de Jerusalén, a los que conocí participando en las actividades de la Orden del Santo Sepulcro. El primer proyecto está destinado a ayudar a 25 hijos de madres solteras emigrantes en Israel, con el fin de proporcionarles la atención médica necesaria (vacunas, atención dental y pediátrica), mientras que el segundo contribuye a los gastos del programa de nutrición del Centro de Santa Raquel en Jerusalén, donde se acoge y alimenta durante el día a los hijos de emigrantes y solicitantes de asilo desde los 3 meses a los 13 años de edad.
El Grupo de Trabajo de las Naciones Unidas (UNWG) es una asociación sin afiliaciones políticas y religiosas que me ofrece la oportunidad de comprometerme para ser protagonista activa en la sociedad y contribuir a devolver la esperanza a aquellos que necesitan de nuestras pequeñas acciones. Consciente de todo lo que el Señor me ha dado, intento hacer el bien a mi alrededor por agradecimiento. El Señor también ha permitido que al ser aceptada como Dama de la Orden pueda crecer en la fe con la ayuda de mis hermanos.
Como conclusión, quiero recordar que las pequeñas acciones hechas con amor se convierten en grandes acciones para quien las recibe ».
Agnès Durand
(Mayo 2020)