Una cuestión de perspectiva: no es «el único» , sino «el primer» Caballero guatemalteco

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Questione di prospettive: non l’unico, ma il primo Cavaliere del Guatemala - 1

Julio Menchú y su familia constituyeron una magnífica y cálida presencia en la ceremonia de Investidura que se celebró el 25 de mayo en Santo Domingo. Julio es guatemalteco y profesor en un instituto de inspiración católica, y siempre ha querido ponerse al servicio de la Iglesia en mayor medida. «Había solicitado ser ordenado diácono permanente, pero el proyecto quedó suspendido tras el fallecimiento del arzobispo de Guatemala en 2018». Desde entonces, Julio, todavía profundamente alentado por este deseo, ha permanecido abierto a otros tipos de servicio dentro de la Iglesia.

«Escribí a la Lugartenencia de España y pregunté si podían enviarme más documentos e información sobre la Orden. Unos meses más tarde, recibí un correo en el que me presentaban al Lugarteniente para México», cuenta Julio, que poco después comenzó el curso de formación preparatorio para ingresar en la Orden. «Debido a la pandemia y al hecho de que los candidatos a Caballeros y Damas estaban repartidos por diferentes regiones de México y la República Dominicana, tuve la suerte de que la formación se impartiera online, lo que me permitió matricularme sin problemas. Aunque esté solo en Guatemala, el camino que he recorrido con los demás y el acompañamiento del Lugarteniente Guillermo Macías Graue me han permitido sentirme cercano a la Orden, a sus Miembros y al resto de los candidatos».

Los desafíos no habían terminado para Julio, que debía unirse al grupo que recibió la Investidura en el mes de diciembre en México. «Debido a las normas de inmigración, no es fácil obtener el permiso para entrar en México como guatemalteco. Lo intentamos todo, pero rechazaron mi solicitud», recuerda Julio, casado y con tres hijos, entre ellos la pequeña Rocío, que conquistó a todos los participantes durante las ceremonias de Investidura. «Estaba realmente desolado, pero me dije a mí mismo que, de todos modos, Dios siempre sabe por qué hace las cosas y que las hace para bien. Entonces, llamé al Lugarteniente para México y, tras un momento de silencio, este ya tenía la solución: “Ven a República Dominicana”, me dijo. ¡Qué emoción!».

Fue así como Julio se unió al primer grupo de Caballeros y Damas que fueron investidos por el Gran Maestre, el cardenal Filoni, en mayo en la ciudad de Santo Domingo, al mismo tiempo que se creaba la Delegación Magistral para la República Dominicana.

Al recordar aquellos años en los que se acercaba a la Orden, Julio confiesa: «He emprendido un camino de conversión personal; un encuentro conmigo mismo, cada vez más fuerte a medida que me aproximaba a Dios a través de la Orden». La dimensión de servicio, tanto para Julio como para toda su familia, también es fundamental y desempeñó un papel central en su decisión de ingresar en la Orden: «Mi familia es una de las antiguas familias de la nobleza autóctona de Totonicapán, en Guatemala. Mis hermanos mayores sirven en el gobierno local y pagan por hacerlo, porque servir al pueblo es un honor. No se trata en absoluto del título. Además, el término “Caballero” o “Señor” suena casi anacrónico en América. Lo que realmente me motiva y me hace feliz es formar parte de una Orden, una Institución de la Iglesia católica que está al servicio de la primera diócesis del mundo, la Tierra donde nació Jesús». Finalmente, concluyó emocionado: «La contribución que pueda ofrecer, por pequeña que sea, es muy valiosa para mí. Me llena el corazón de orgullo que esta pueda ayudar a otros cristianos de Tierra Santa».

En el momento de la Investidura en Santo Domingo, todo el mundo conocía ya la existencia del «Caballero guatemalteco» y su historia. «“Julio, hemos hablado de ti. Qué alegría que estés aquí para recibir la Investidura”, me dijo el Gobernador General. Este recibimiento hizo que me sintiera muy cercano a todo el mundo. Aquí, en Guatemala, me dedico a contar mi experiencia y a buscar a más posibles candidatos a ingresar en la Orden, para que así esta hermosa realidad pueda seguir creciendo».

Julio termina su relato de la Investidura mencionando la conversación que mantuvo con el cardenal Gran Maestre: «En el almuerzo posterior a la Investidura, el cardenal Filoni me preguntó: “Julio, tú eres de Guatemala, ¿cuántos Caballeros hay allí?”. Le respondí que era el único, a lo que replicó: “Si dices ‘el único’, no habrá otros; si dices ‘el primero’, vendrán otros después de ti, otros que quizá nunca llegues a conocer”. Así que no soy el único, sino el primer Caballero de la Orden del Santo Sepulcro en Guatemala, lo que me motiva y me hace feliz».

 

Elena Dini

 

(Julio de 2024)