El compromiso en la Orden es un camino hacia la santidad
El cardenal Edwin O’Brien meditando frente al relicario del beato cardenal Alojzije Stepinac, miembro de la Orden, en una ceremonia de investidura en Croacia.
Con gran placer he leído en vísperas de la Consulta la exhortación apostólica Gaudete et Exsultate del papa Francisco sobre la llamada a la santidad en el mundo actual. Ha sido publicada en un momento muy oportuno: los fieles laicos necesitan más que nunca sentirse partícipes de la Iglesia católica y saber que la santidad es accesible a todos.
Por ello, es muy conveniente que los caballeros croatas lean este documento, cuya lectura formará parte del proceso de formación de los futuros miembros.
Responder a la llamada a la santidad para los cristianos es inseparable de su fe. Es verdad que ese camino espiritual es largo y tortuoso. El Caballero del Santo Sepulcro de Jerusalén dispone de varias armas que el Señor le da. No son el escudo y la espada, sino el amor hacia Dios y el prójimo, la oración constante, la audacia y el fervor para hacer triunfar el mensaje del Evangelio. El papa Francisco nos invita a seguir también las bienaventuranzas que es el ADN de todo cristiano, al estilo de los santos. Vivir las bienaventuranzas requiere una dinámica diaria de conversión. Esto sólo es posible por la gracia del Espíritu Santo, con el que cobra vida la Palabra de Cristo.
Pero, como señala el Santo Padre, se trata ante todo de comenzar con los gestos pequeños de la vida diaria en nuestra familia, en el trabajo, con nuestros amigos. La vida está hecha de esas pequeñas alegrías diarias que aportamos o que otros nos proporcionan.
La doble misión específica del Caballero del Santo Sepulcro, que está llamado a profundizar y fortalecer constantemente su fe y sostener la presencia cristiana en Tierra Santa, crean un marco propicio para alcanzar la santidad. Aquí están bien presentes la oración y la acción evocadas en la exhortación apostólica como simbiosis primordial.
Esta misión, este crecimiento espiritual, se vería empobrecida si no se hace dentro del marco de una comunidad más amplia de creyentes, en este caso la de los Caballeros y Damas del Santo Sepulcro que constituyen una gran familia. «La santificación es un camino comunitario», subraya el Santo Padre.
En su exhortación apostólica postsinodal Christifideles laici de 1988 sobre la vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo, San Juan Pablo II define una serie de «criterios de eclesialidad» de discernimiento y reconocimiento de las asociaciones de fieles laicos en la Iglesia. El primer criterio es precisamente «El primado que se da a la vocación de cada cristiano a la santidad». En este sentido, toda asociación de fieles laicos está llamada a ser cada vez más un medio de santificación en la Iglesia.
Podemos seguir a Cristo inspirándonos de la vida de los grandes santos. Por mi parte, el beato Alojzije cardenal Stepinac, arzobispo de Zagreb, mártir y Caballero del Santo Sepulcro, me acompaña diariamente en el ejercicio de mi función de delegado magistral. Constituye para mí un punto de referencia al que recurro para inspirarme y apoyarme en los momentos difíciles. Pero también hay a nuestro alrededor santos más cercanos, como recuerda el papa Francisco, ya sea en nuestra familia, parroquia o entre nuestros amigos y conocidos.
No podemos olvidar aquí a nuestros hermanos cristianos de Tierra Santa y de Oriente Medio, que, aunque geográficamente alejados, están cerca de nuestros corazones. Son santos vivos porque mantienen firme su fe en Jesucristo y su fidelidad a la Iglesia a pesar de las dificultades y persecuciones.
En definitiva, cada uno está llamado a seguir «el único y específico camino» que el Señor quiere para sí, teniendo como brújula la Palabra de Dios.
Claude Grbesa
Delegado Magistral para Croacia
(primavera 2019)