«Solo un corazón pacífico puede difundir la paz»

El papa León XIV ya es un apóstol incansable de la paz

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Solo un cuore pacifico può diffondere pace - 1 El papa León XIV recibió el pasado mes de mayo a dos constructores de paz: Maoz, israelí, y Aziz, palestino.

«¡La paz esté con todos ustedes! Queridos hermanos y hermanas, este es el primer saludo de Cristo resucitado, el Buen Pastor, que ha dado la vida por la grey de Dios. También yo quisiera que este saludo de paz entre en sus corazones, llegue a sus familias, a todas las personas, dondequiera que estén, a todos los pueblos, a toda la tierra. ¡La paz esté con ustedes! Esta es la paz de Cristo resucitado, una paz desarmada y una paz desarmante, humilde y perseverante. Proviene de Dios, Dios que nos ama a todos incondicionalmente».

Así fue como, visiblemente emocionado, Robert Francis Prevost, quien acabábamos de conocer como el papa León XIV, comenzó su discurso desde la Loggia de las bendiciones de san Pedro el día de su elección, el 8 de mayo de 2025.

Desde estas primeras palabras, la paz se revela como un tema claramente central para el nuevo pontífice. La paz es el don que nos ofrece Cristo resucitado, quien, tras atravesar la violencia, la agresión y la muerte, nos entrega con su victoria una paz auténtica. Una paz que, ante todo, desea ver entrar en nuestros corazones, porque desde allí podrá transformar la visión que cada uno tenemos de la realidad, así como la esperanza con la que afrontamos el presente, el futuro e incluso el pasado, pues la paz es una pequeña semilla que puede crecer y dar fruto… o, tristemente, quedar estéril. Y es precisamente eso lo que estamos llamados a hacer, especialmente nosotros, como Orden del Santo Sepulcro, cuya vocación se arraiga en la Tierra de Jesús, donde la sed de paz es tan intensa que casi parece un espejismo. Estamos llamados a contemplar al mundo entero, «a todos los pueblos, a toda la tierra», con esa mirada de paz que el santo padre nos invita a adoptar, una mirada que nace y se expande desde la tumba vacía.

«Desarmada» y «desarmante»: así se presenta la paz del Resucitado. Sin armas para defenderla —porque viene de Dios, que no necesita armas— y sin capacidad para fabricarlas.

«El camino hacia la paz exige corazones y mentes formados en la atención al otro y capaces de reconocer el bien común en el contexto actual. La vía que conduce a la paz es comunitaria y pasa por el cuidado de las relaciones de justicia entre todos los seres vivos. La paz —afirma san Juan Pablo II— es un bien indivisible. O es de todos o no es de nadie». Con estas palabras, el pontífice prosiguió su intervención durante la audiencia concedida el 30 de mayo a los movimientos y asociaciones que dieron origen a la «Arena de la Paz» de Verona, celebrada en mayo de 2024. En ese mismo encuentro, el papa Francisco ya había saludado a Maoz Inon y Aziz Sarah, dos activistas por la paz y empresarios que, a pesar de haber perdido a parte de sus familias en la guerra, luchan por la paz. Maoz y Aziz asistieron al encuentro con el papa León XIV, quien habló de su experiencia en los siguientes términos: «No podemos olvidar valiente abrazo entre el israelí Maoz Inon, cuyos padres fueron asesinados por Hamás, y el palestino Aziz Sarah, cuyo hermano fue asesinado por el ejército israelí, hoy unidos por una amistad y una colaboración comprometida. Este gesto permanece como un verdadero testimonio y una señal de esperanza. Les agradecemos que hayan querido estar presentes también hoy».

Paz y esperanza. Un binomio difícil, a veces casi imposible. En el Evangelio según san Mateo, Jesús recuerda «¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida!» (Mt 7,14), cuyas palabras resuenan con fuerza, muy cercanas, cuando contemplamos a Tierra Santa. En estas semanas iniciales de pontificado, el papa León XIV no ha dejado de mostrar cercanía hacia las poblaciones involucradas en el conflicto y no cesa de hacer un llamado a la paz. «La situación en la Franja de Gaza es cada vez más preocupante y dolorosa. Renuevo mi ferviente llamamiento para que se permita la entrada de ayuda humanitaria digna y se ponga fin a las hostilidades, cuyo precio desgarrador pagan los niños, los ancianos, las personas enfermas», concluía en su primera audiencia general, celebrada el miércoles en la plaza de San Pedro (21 de mayo de 2025), mensaje que repitió el miércoles siguiente: «Renuevo mi llamamiento a los responsables: ¡que cese el fuego, que sean liberados todos los rehenes, que se respete íntegramente el derecho humanitario! ».

El 8 de junio, en la solemnidad de Pentecostés, el papa pidió de nuevo el don de la paz al Espíritu Santo por intercesión de la Virgen María, recordando que «solo un corazón pacífico puede difundir la paz en la familia, en la sociedad, en las relaciones internacionales. Que el Espíritu de Cristo resucitado —concluyó— abra caminos de reconciliación dondequiera que haya guerra; ilumine a los gobernantes y les dé el valor de realizar gestos de distensión y diálogo».

 

Elena Dini

 

(Junio de 2025)