El agradecimiento de Mons. Pizzaballa a la Orden
Durante estos cuatro años de servicio para la diócesis latina de Jerusalén, en el Patriarcado latino, he podido ver por mí mismo cuál es el papel de los Caballeros y Damas del Santo Sepulcro para esta Iglesia, no solo en el contexto de las actividades educativas y pastorales, sino en general para la vida de toda la diócesis.
Hace cuatro años, en un momento especialmente difícil para el Patriarcado, los Caballeros -a través del Gran Magisterio- mostraron su solidaridad y cercanía alentando y apoyando de forma concreta los procesos de revisión y control de la vida administrativa de la diócesis, que se habían hecho necesarios y urgentes.
Durante estos cuatro años, tanto con los peregrinos como a través de iniciativas en sus respectivos territorios, las distintas Lugartenencias han mantenido siempre vivo, no solo de palabra sino también de hecho y con su propio carácter concreto, el vínculo con las distintas realidades del Patriarcado latino.
Todo esto también ha sido confirmado este último año, cuando durante la propagación de la pandemia del COVID-19, el Patriarcado se ha encontrado frente a una nueva emergencia, precisamente cuando parecía que nuestra situación estaba mejorando. De hecho, debido a las diferentes medidas decididas por los gobiernos para hacer frente a la pandemia, una gran parte de nuestra población se ha visto enfrentada a una drástica reducción de los salarios y a una situación económica general aún más frágil de lo habitual.
Gracias al apoyo del Gran Maestre, con el Gran Magisterio, nuestro llamamiento a los Caballeros y Damas recibió una respuesta que superó con creces nuestras expectativas y nos dio el impulso necesario para afrontar esta emergencia con mayor serenidad. A todos nos asombró y sorprendió esta respuesta inmediata y su magnitud.
El año 2020 fue también el año que, a pesar de las numerosas emergencias, marcó el final de un arduo camino de reestructuración y resolución de situaciones anteriores difíciles. La gran deuda del Patriarcado con la Fundación San Juan Bautista, vinculada a la Universidad de Madaba, ha sido totalmente pagada. Esto ha aliviado al Patriarcado de más del 60% del total de las deudas que pesaban sobre su administración. Esto fue posible gracias a dolorosas ventas de propiedades, que sin embargo no eran indispensables para el Patriarcado. Hay un plan definitivo para concluir pronto también con los compromisos restantes.
Queda mucho por hacer, pero ahora estamos al final de un viaje positivo para la vida de la diócesis de Jerusalén.
Deseo agradecer al Gran Maestre, tanto al actual como al anterior, su apoyo y aliento; a través de ellos, nuestro agradecimiento va a toda la Orden de Caballeros y Damas del Santo Sepulcro, sin los cuales nada de lo que se ha logrado hasta ahora habría sido posible.
¡Gracias por ser, para esta pequeña pero importante Iglesia, el signo concreto y tangible de la Divina Providencia!
+ Pierbattista
(Octubre 2020)