Dos Órdenes al servicio de la Iglesia

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Due Ordini al servizio della Chiesa - 1

La Orden Soberana Militar de Malta y la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén son las dos únicas órdenes caballerescas reconocidas oficialmente por la Iglesia. Ambas son instituciones muy antiguas, con grandes raíces históricas y espirituales vinculadas a Jerusalén, y comparten un fuerte compromiso al servicio de la Iglesia. No obstante, presentan una serie de diferencias fundamentales que permiten distinguirlas claramente. La distinción entre el título de «militar» en la primera y «ecuestre» en la segunda es solo una de ellas. Aunque a menudo se las confunden en el imaginario colectivo, incluso dentro de su común vínculo jerusalemita, existen muchas otras particularidades relevantes.

 

La Orden de Malta es un sujeto soberano de derecho internacional, dotado de un sistema jurídico independiente que se organiza según la clásica división de poderes del Estado (legislativo, ejecutivo y judicial). Posee su propia constitución, gobierno, sistema judicial y mantiene una red diplomática activa y pasiva. De igual modo, firma tratados internacionales, expide pasaportes, emite moneda, imprime sellos postales y registra vehículos con la matrícula SMOM. Su sede se encuentra en Roma y goza de estatus de extraterritorialidad. Desde hace varios siglos, está gobernada por un Gran Maestre, quien actúa como su soberano y superior religioso, y preside un Consejo Soberano. Tiene presencia en todos los continentes y cuenta con 13 500 miembros distribuidos en tres clases, siendo la primera la que comprende a quienes profesan los votos de pobreza, castidad y obediencia. Por tanto, se rige en todos sus aspectos conforme a los principios del derecho canónico y está dirigida por religiosos que, como tales, deben obediencia al papa.

Los Caballeros del Santo Sepulcro, que durante siglos repitieron en Jerusalén una collatio ya recibida en otros lugares, han permanecido siempre fieles a la Iglesia y vinculados al Cabildo de los Canónigos, aunque sin haberse constituido como una milicia estructurada y orgánica. La Orden fue reformada en 1847 por el beato papa Pío IX y, en la actualidad, constituyen un organismo central de la Iglesia, reconocido como persona jurídica de derecho canónico e inscrito en el Anuario Pontificio. Durante años, fue el propio pontífice quien asumió el cargo de Gran Maestre, función que posteriormente delegó en un cardenal designado por él. Su mandato está territorialmente limitado a Tierra Santa. La Orden está dirigida por un Gran Maestre, asistido por un Gobernador General laico – nombrado por él mismo – y por un Gran Magisterio, cuyos miembros también son nombrados por el Gran Maestre. Con presencia en los cinco continentes, reúne a 30 000 miembros, en su mayoría laicos, junto a un número reducido de clérigos que ejercen funciones de asistencia espiritual. Su sede se ubica en el Vaticano y utiliza vehículos con matrícula SCV, correspondiente al Estado de la Ciudad del Vaticano.

Ambas Órdenes tienen raíces históricas antiguas y están comprometidas con obras al servicio de la Iglesia, aunque con modalidades y objetivos distintos. La Orden de Malta lleva a cabo – también a través de sus numerosos empleados y voluntarios – actividades caritativas y humanitarias en todo el mundo, las cuales se centran especialmente en la asistencia hospitalaria y la ayuda a las víctimas de conflictos o catástrofes naturales. Por su parte, la Orden del Santo Sepulcro ha recibido de los papas la misión específica de sostener de manera permanente la presencia cristiana en Tierra Santa, todo ello mediante la contribución voluntaria de sus miembros. Para ello, financia escuelas, parroquias, hospitales y diversas instituciones caritativas en Israel, Palestina, Jordania y Chipre, principalmente a través del Patriarcado latino de Jerusalén.

Aunque sus objetivos son distintos, no existe ningún tipo de conflicto entre ambas Órdenes. Si bien los complejos acontecimientos históricos del pasado dieron lugar a rivalidades y momentos de tensión, en la actualidad prevalece una vocación caritativa común que propicia la colaboración y la participación conjunta en diversas iniciativas solidarias. No faltan los casos de caballeros que pertenecen a ambas instituciones, y los respectivos Grandes Maestres mantienen entre sí una relación cordial.

Sin embargo, un análisis más detallado de sus estructuras y actividades respectivas pone de relieve ciertos elementos importantes que matizan las similitudes y acentúan las diferencias.

El carácter estatal de la Orden de Malta se ve limitado por el hecho de que no posee un territorio propio desde 1798. La autonomía de ciertos poderes o prerrogativas se atenúa objetivamente debido al carácter religioso de sus dirigentes, quienes, aunque elegidos internamente, mantienen un vínculo de obediencia hacia la Santa Sede. Esto quedó patente ya en 1953, con la sentencia de un tribunal cardenalicio, y de nuevo en los últimos años, cuando el propio papa impuso una serie de reformas y promulgó una nueva Constitución, que él mismo había promovido. La Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén no presenta esta ambigüedad, ya que es una institución laica integrada institucionalmente en la curia romana y estructuralmente vinculada al sistema jerárquico de nombramientos de la Iglesia, lo que excluye toda forma de poder electivo.

Como actor internacional y miembro observador en la Asamblea General de las Naciones Unidas y en otras organizaciones internacionales, la Orden de Malta puede desempeñar un papel diplomático importante, ya sea de forma autónoma o en apoyo a las nunciaturas apostólicas (o en defensa de los intereses del Vaticano cuando las nunciaturas están ausentes), además de proporcionar información y recomendaciones valiosas sobre situaciones de crisis en el mundo. Un papel de este tipo no corresponde a la Orden del Santo Sepulcro, que no es un sujeto político-diplomático y que solo puede apoyar de manera sutil, dentro de su ámbito de competencia, las iniciativas de reconciliación y apertura al diálogo pacífico. Esta es la aspiración expresada por los dirigentes de la Orden, que se materializa mediante la formación inspirada en los principios del Evangelio y que se imparte en las escuelas del Patriarcado latino de Jerusalén, donde estudian alumnos de todas las confesiones. El carácter apolítico de la Orden del Santo Sepulcro puede convertirla en un interlocutor más aceptable para el trabajo de reconstrucción moral en Tierra Santa y, gracias a su vínculo institucional con la Iglesia, facilitar el diálogo ecuménico e interreligioso. Así, pese a sus particularidades y su diferente alcance, ambas Órdenes contribuyen a fortalecer la acción de la Iglesia en las zonas de crisis.

¿Cuáles son las características de los miembros de ambas Órdenes?

Dado que para ingresar a ambas Órdenes se requiere la profesión de la fe católica y una conducta ejemplar, la Orden de Malta exige la profesión de los votos de pobreza, castidad y obediencia para los cargos más altos, correspondientes a la primera clase. En cambio, en la Orden del Santo Sepulcro no existe esta restricción, aunque sí hay una obligación permanente de compromiso caritativo con la Iglesia Madre de Jerusalén.

También existen algunas diferencias en los aspectos honoríficos. Además de los distintos grados que caracterizan las tres clases de sus miembros, la Orden de Malta puede otorgar distinciones honoríficas – como la Orden pro Merito Melitensi, en diferentes grados – a civiles, militares y eclesiásticos que no son miembros de la Orden. De igual manera, la Orden del Santo Sepulcro, además de los distintos grados de sus miembros, puede conferir insignias honoríficas como la Orden al Mérito y la Palma de Jerusalén. No obstante, existe una diferencia en el uso de estos distintivos: mientras que las condecoraciones de la Orden de Malta pueden ser portadas en Italia sin necesidad de autorización, en virtud de un acuerdo específico entre ambos gobiernos, las insignias de la Orden del Santo Sepulcro requieren un decreto de autorización expedido por la Presidencia del Consejo de Ministros.

Resulta interesante examinar el papel de la presencia femenina en ambas Órdenes. En la Orden de Malta, las Damas han desempeñado históricamente un papel importante, sobre todo en conventos de religiosas que convivían con los Caballeros y formaban parte integrante de la estructura territorial de la Orden. Algunas monjas vinculadas a la Orden incluso permanecieron en la isla de Malta cuando los Caballeros fueron expulsados por Napoleón Bonaparte en 1798. En la actualidad, las Damas forman parte de la segunda y tercera clase de la Orden de Malta y apoyan su misión a la hora de organizar peregrinaciones y atender a los enfermos. Sin embargo, no están presentes en los órganos de gobierno. En cuanto a la Orden del Santo Sepulcro, las mujeres fueron admitidas en 1888 por voluntad de León XIII. Desde entonces, son miembros de pleno derecho de la Orden, sin ninguna distinción. Hoy en día, varias Damas ocupan cargos de gran responsabilidad al frente de Lugartenencias o dentro del propio Gran Magisterio. Los únicos elementos que las distinguen de los Caballeros son el color de la capa y los símbolos específicos que se utilizan durante la Vigilia de oración que precede a la Investidura.

Las relaciones históricas entre las dos Órdenes han atravesado altibajos. En 1479, una bula del papa Inocencio VIII intentó incorporar los bienes del Cabildo de los Canónigos del Santo Sepulcro a la Orden de Malta, pero dicha tentativa no tuvo efecto debido a la oposición del emperador Maximiliano y otros soberanos. En 1930, la Orden de Malta planteó objeciones sobre la legitimidad de los atributos y prerrogativas de la Orden del Santo Sepulcro, cuestiones que fueron sometidas a la Sagrada Congregación de Ceremonial. A comienzos de la década de 1950, el cardenal Canali – quien ejercía simultáneamente como Gran Prior de la Orden de Malta y Gran Maestre de la Orden del Santo Sepulcro – impulsó un nuevo intento de unificación entre ambas Órdenes. En la actualidad, las relaciones entre ambas son plenamente cordiales en todos los niveles, y la cooperación sobre el terreno se da con frecuencia. Un claro ejemplo de ello es la reciente visita a Gaza – en plena guerra israelí-palestina – del Gran Prior de la Orden del Santo Sepulcro, quien estuvo acompañado por el Gran Hospitalario de la Orden de Malta.

El lema de la Orden de Malta es «Tuitio Fidei et Obsequuium Pauperum», que subraya la vocación de servicio como expresión de la caridad en la fe. La divisa histórica de la Orden del Santo Sepulcro es «Deus lo vult», evocando la liberación del Santo Sepulcro. No obstante, en tiempos recientes se ha hecho habitual combinarlo con «Resurrexit», que refleja de forma más profunda el misterio de la Resurrección de Nuestro Señor, verdadera referencia espiritual e ideal de la Orden.

Los símbolos y uniformes de la Orden de Malta quizás tienen una apariencia más militar, mientras que la Orden del Santo Sepulcro ha relegado en gran medida los uniformes al ámbito histórico, conservando únicamente los mantos para las celebraciones. Asimismo, durante la ceremonia de Investidura, ha sustituido la espada por la cruz procesional, destacando así – tanto para las Damas como para los Caballeros – el carácter espiritual de su compromiso caritativo.

En conclusión, puede decirse que los términos «militar» y «ecuestre», mencionados al inicio de este artículo y que distinguen a ambas Órdenes, no hacen más que resaltar diferencias superficiales. Una «orden militar» debería, ante todo, reconocer y honrar el valor y la valentía, mientras que una «orden ecuestre» pondría el acento en la ética caballeresca de la fe y la lealtad. Sin embargo, desde una perspectiva moderna, estas distinciones resultan matizadas en el contexto de dos instituciones cuya finalidad, en ambos casos, se inspira en los principios del Evangelio.

 

Embajador Leonardo Visconti di Modrone
Gobernador General

(Junio ​​de 2025)