Una noche de vela en el Santo Sepulcro

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Una noche de vela en el Santo Sepulcro

Unos jóvenes de la Lugartenencia de Bélgica han podido pasar una excepcional noche de vela encerrados dentro de la basílica del Santo Sepulcro. Para muchos, esta perspectiva valía el viaje y fue anhelada con esperanza, impaciencia y curiosidad. Testimonio de uno de ellos, David Colling:


«Se mide realmente el privilegio de pasar la noche en este lugar santo cuando nos encontramos enfrentados a la soledad. Quien haya podido visitar el lugar, sabe que su visita de día no tiene nada que envidiar a la Plaza de San Pedro el domingo de Ramos, o a la calle Nueva de Bruselas en período de rebajas. Sin embargo, ¡qué lujo poder pedir el silencio! Para obtenerlo, bastaba con callarse.

Nuestro primer enfoque del complejo fue descubrirlo a través de lecturas de naturaleza históricas y arquitecturales. Convenía primero informarse del entorno, enterarse de su evolución. Sin embargo, sensibilizados por nuestro huésped franciscano sobre el hecho de que el acceso al Edículo sería posible sólo hasta medianoche, debido a las diferentes liturgias que habría después, apretamos el paso de las visitas para dedicarnos más a la oración. Nos fuimos directamente después por parejas, solos, de dos en dos o de tres en tres hacia el mismo lugar donde Cristo fue depositado. Mientras que por el día el paso por el Edículo permite tan solo unos segundos para rezar, por la presión del flujo de visitantes, nosotros pudimos permanecer varias decenas de minutos y orar delante de la Tumba vacía. Pero en realidad, desaparece la noción del tiempo cuando nos encontramos delante de la Tumba y me sería imposible decir cuanto tiempo estuve.

Mientras que unos estaban orando en el Edículo, otros pasaban de una capilla a otra, para estar lo más cerca posible de los Lugares Santos. A título personal, el lugar del Calvario me ha producido una fuerte impresión. Qué extraña sensación poder acercarme al lugar en el que fue plantada la Cruz, en la cima del Gólgota, cuya roca está aparente. ¡Qué belleza ortodoxa en esa capilla erigida en ese lugar! De común acuerdo nos consideramos afortunados por haber podido pasar esta noche de excepción en compañía de nuestro querido Lugarteniente, que había preparado para la ocasión varias lecturas y reflexiones, en torno a los temas del sufrimiento y de la muerte.

Durante la segunda parte de la noche tuvimos la ocasión de asistir, a veces desde lejos, a “ballets” litúrgicos diversos y variados, de parte de los ministros de las diferentes confesiones. A pesar de las inevitables tensiones de la utilización común de los lugares por las diferentes confesiones que se perciben a veces en los medios de comunicación, hemos podido medir el respeto recíproco manifestado por los latinos, griegos ortodoxos, armenios y coptos, particularmente cuando vinieron para echarse incienso unos a otros en medio de sus liturgias respectivas. Fue un bello ejemplo de alianza ecuménica en el centro de los lugares que son para nosotros los más santos».


(abril 2018)