¿Cómo podemos ser auténticos testigos del amor de Cristo junto a nuestros hermanos no cristianos?
El Caballero Marco hace (en síntesis) esta pregunta: Como miembros de la Orden... hemos recibido el don de poder encontrar a Cristo concretamente no sólo en nuestros hermanos cristianos, sino también en el intercambio con nuestros hermanos de otras religiones y no creyentes... ¿Cómo podemos alimentar un diálogo fraternal con aquellos que no profesan nuestra fe y ser auténticos testigos del amor incondicional?
El diálogo requiere el encuentro de dos o más personas. Este es también necesario cuando uno tiene opiniones o credos diferentes. Como alternativa al diálogo, sólo queda ignorar al otro o la confrontación, la opresión. El diálogo no requiere llevar a la otra persona a "mi" pensamiento, sino entenderla, o entender su punto de vista y exigencias. No se trata de estandarizar, sino de tener una actitud de respeto, sin prejuicios. La verdad, de hecho, no debe ser impuesta, sino propuesta. También hay que decir que la verdad «se impone por sí misma», pero no siempre es evidente y reconocida, sobre todo si partimos de la diversidad de culturas y formación.
El diálogo crece por el camino respetuoso realizado juntos; suele acontecer paso a paso. La fe también crece lentamente. Jesús no pide que se le crea simplemente por lo que dice, sino por los hechos y obras realizadas.
Una Dama y un Caballero, a través de su adhesión al Misterio de Cristo, tienen una actitud interior que los predispone a la indulgencia de Cristo en las relaciones con los demás. En la época de Jesús, además de hermanos en la fe hebrea, había paganos, griegos, gente de Mesopotamia, Fenicia, Siria y las regiones árabes. Jesús no se niega a ellos, sino que habla, escucha y realiza signos extraordinarios también a su favor. Nadie puede olvidar la alabanza que Jesús hizo de la mujer cananea que insistentemente pidió ayuda para su hija «que tiene un demonio muy malo» (Mt 15, 22 ss.); aparentemente Jesús pareció alejarla casi groseramente, pero en realidad estaba solicitando la fe: «Señor, ayúdame. … pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de los amos. … Jesús le respondió: “Mujer, qué grande es tu fe”». En el diálogo nos encontramos.
Palestina es y sigue siendo desde siempre una tierra de encuentro de muchos grupos étnicos y de fe. Incluso hoy en día es así. Cuando falta diálogo y respeto, estalla la violencia. No podemos vivir para siempre en la lucha. He vivido en Oriente Medio y la pregunta que me hacían a menudo era sobre el diálogo y el respeto.
Desde el Concilio Vaticano II, el diálogo con las Iglesias cristianas se ha convertido en un paso irrevocable; fue deseado en varias épocas y de varias maneras y se convirtió en parte integral de la vida de la Iglesia Católica con el Decreto conciliar Unitatis Redintegratio; al mismo tiempo, con la Declaración Nostra Aetate, el Concilio también sintió el deber de promover las relaciones con las religiones no cristianas y en particular con judíos y musulmanes, ya que todos los hombres fueron creados a imagen de Dios. Luego, con respecto a los judíos, el Concilio subrayó el estrecho vínculo de los cristianos con la raza de Abrahán, a la que pertenecía Cristo «según la carne» (Rm 9,5), María, la Madre de Jesús, los Apóstoles y la Iglesia primitiva, aborreciendo al mismo tiempo todas las «persecuciones y manifestaciones de antisemitismo de cualquier tiempo y persona contra los judíos» (NA, n. 4). En cuanto al tema del Islam, el Concilio subrayó que «la Iglesia mira también con aprecio a los musulmanes que adoran al Dios único, viviente y subsistente, misericordioso y todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, que habló a los hombres», y «exhorta a todos a que, olvidando lo pasado, procuren y promuevan unidos la justicia social, los bienes morales, la paz y la libertad para todos los hombres» (NA, n. 3).
El «Documento sobre la fraternidad humana para la paz mundial y la coexistencia común» de Abu Dhabi (4 de febrero de 2019) se orientó en esta dirección. Por lo tanto, podemos considerar que la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén está siguiendo el mismo camino, de forma convencida y positiva, teniendo en cuenta también lo que el papa Francisco ha reconocido para nuestra Orden: «Es una buena señal que vuestras iniciativas en el campo de la formación y la asistencia sanitaria estén abiertas a todos, independientemente de las comunidades a las que pertenezcan y de la religión profesada. De esta manera, contribuís a allanar el camino hacia el conocimiento de los valores cristianos, la promoción del diálogo interreligioso, el respeto mutuo y el entendimiento recíproco. En otras palabras, con vuestro compromiso meritorio, también vosotros dais vuestra aportación a la construcción de esa senda que llevará, como todos esperamos, al logro de la paz en toda la región». (Discurso a los Miembros de la Consulta de la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén, 16 de noviembre de 2018).
Fernando Cardenal Filoni
Gran Maestre
(1 de julio de 2020)