“María nos mira de tal modo que uno se siente acogido en su regazo”

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“María nos mira de tal modo que uno se siente acogido en su regazo”

El cardenal Edwin O’Brien ha deseado que la imagen de la Bienaventurada Virgen María, Reina de Palestina, patrona de la Orden del Santo Sepulcro, sea instalada en el Palazzo della Rovere, sede del Gran Magisterio, cerca de la plaza de San Pedro de Roma, para que todas las personas acogidas en estos lugares puedan venerarla y presentar las intenciones de los habitantes de Tierra Santa.

 Con este objetivo ha ofrecido un ícono de su propiedad, pintado por las religiosas del monasterio de Beit Gemal, en Israel, en un clima de oración. Representa a la Virgen María llevando en sus brazos a la ciudad de Jerusalén, y simbólicamente también la humanidad nueva en la que cada uno -judío, cristiano o musulmán – está llamado a encontrar su lugar para servir la fraternidad universal a la luz de la fe de Abrahám. Al contemplar esta pintura sagrada vemos bien que “María nos mira de tal modo que uno se siente acogido en su regazo”, según las recientes palabras del papa Francisco durante una meditación jubilar. Ella “nos enseña que la única fuerza capaz de conquistar el corazón de los hombres es la ternura de Dios”.

Muchos Caballeros y Damas del mundo entero, desde que una fotografía apareció en la portada de la revista de la Orden a principios de 2016, han pedido una reproducción de este ícono con la oración a Nuestra Señora: hija y reina de Tierra Santa. El nuevo sitio de la Orden permite una difusión aún mayor de esta estampa destinada a apoyar un compromiso fiel y perseverante para la “cultura del encuentro” en los territorios bíblicos.

“Nuestra Señora de Palestina es la misma Virgen de Tierra Santa, que intercede por todos: Por judíos, musulmanes y cristianos para que podamos tener paz y reconciliación”, dice por ejemplo actualmente Mons. William Shomali, Vicario patriarcal de Jerusalén. Fue el antiguo Patriarca Luigi Barlassina, con motivo de su entrada solemne en la Basílica Catedral del Santo Sepulcro el 15 de julio de 1920, y de la consagración de la diócesis de Tierra Santa a la Virgen María, quien la invocó por primera vez con el título de “Reina de Palestina”.
 

“En María encontramos la tierra prometida, el reino de la misericordia instaurado por el Señor, que viene, ya en esta vida”.

El vínculo particular de Nuestra Señora, Reina de Palestina con la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro remonta al pontificado de san Juan Pablo II. En 1983, cincuenta años después de haber instaurado la fiesta, ese Papa – dirigiéndose a los Caballeros y Damas – les pidió que fueran testigos de Cristo en la vida diaria y siguieran la obra de la Orden en Tierra Santa bajo la protección de Nuestra Señora.

Diez años más tarde, en 1993, el Gran Maestre de la Orden, que por entonces era el cardenal Giuseppe Caprio, le pidió la elección de Nuestra Señora, Reina de Palestina, como Patrona de la Orden. El Santo Padre respondió en 21 de enero de 1994 con un decreto que otorgaba lo que había sido pedido. Y en todas las Lugartenencias de la Orden se celebra con gran alegría a Nuestra Señora de Palestina en torno al 25 de octubre, que es la fecha de la fiesta según el calendario litúrgico.

Para los Caballeros y Damas es una manera de dejarse mirar por ella, ya que “esos ojos misericordiosos son también los que nos hacen ver las obras de la misericordia de Dios en la historia de los hombres y descubrir a Jesús en sus rostros”, como el papa Francisco ha recordado en la primavera de este año jubilar. “En María encontramos la tierra prometida —el reino de la misericordia instaurado por el Señor― que viene, ya en esta vida”.
 

La Oración a Nuestra Señora, Reina de Tierra Santa

Fue escrita en 2012 por el Patriarca latino de Jerusalén, su Beatitud Fouad Twal: 

Madre Nuestra celestial, hija y reina de Tierra Santa,
oremos para obtener vuestra poderosa intercesión.
Que una lluvia abundante de gracias caiga sobre vuestro pueblo,
y alivie los corazones endurecidos y traiga justicia y paz a Tierra Santa.
Que Jerusalén pueda resplandecer como un faro de unidad
entre los cristianos que tienen el privilegio de vivir al lado de los santos Lugares,
santificados por la vida, pasión, muerte y resurrección de Jesús.
Que esta Ciudad Santa pueda ser un remanso de amistad y entendimiento
entre judíos, cristianos y musulmanes.
Que la intolerancia y el recelo se disipen,
que el amor erradique el miedo.
Madre Nuestra celestial, mirad con benevolencia a los habitantes
de esta tierra que es la vuestra,
afligida por los contrastes y conflictos desde hace tantas generaciones.
Que todos los que no creen en el Dios único
puedan ser tocados por vuestra gracia y llegar a la plenitud
de la fe, la esperanza y el amor.
Elevemos esta oración por Cristo, Nuestro Señor.
Amén.
Nuestra Señora, hija y reina de Tierra Santa, rogad por nosotros que recurrimos a vos.