Testimonios de una gran historia II

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Pio XI El papa Pío XI, que fue Gran Maestre de la Orden del Santo Sepulcro, trabajó mucho para apoyar a los cristianos de Tierra Santa.

Don Michele Bellino, Prior de la Orden en Bari, nos propone un mejor conocimiento de la acción de los Grandes Maestres al servicio del Oriente cristiano. Este otoño nos habla de Pío XI y de la misión de la Orden en Palestina.

 

Durante los años del pontificado del papa Pío XI (1922-1939), las vicisitudes de Palestina siguen interesando a la diplomacia internacional sobre la cuestión de Jerusalén y los Santos Lugares. La Declaración de Balfour de 1917, con el compromiso del protectorado británico de crear un «hogar nacional judío» en Palestina es la trama sobre la cual se tejerá la actividad pontificia. He aquí las palabras pronunciadas por el Papa el 11 de diciembre de 1922: «(…) Seguimos muy preocupados por lo que ocurre en Palestina, esa bendita tierra (...) En un momento en el que los representantes de las potencias de la Sociedad de las Naciones tendrían que ocuparse de nuevo próximamente de la cuestión palestina, hacemos nuestras las reivindicaciones y la petición de nuestro predecesor: Nos velle ut cum maturitas Palestinae ordinandae venerit, Ecclesiae catholicae christianisque universis ibi salva et incolumia iura sint (…)».[1]

La solicitud pastoral de Pío XI le llevó a emprender actividades de apoyo a los cristianos de Palestina, superando la idea de una evangelización que hubiera olvidado la identidad de las diferentes comunidades. ¿Qué opción supusieron las palabras del Papa a la Orden? La Carta Apostólica del 6 de enero de 1928[2] indica la acción reformista que emprendió: «(…) Ahora queremos que la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro y la Obra para la Preservación de la Fe en los Santos Lugares se unan y formen casi un solo cuerpo o institución bajo el gobierno del Patriarca de Jerusalén únicamente ». El deber de la Obra, previamente instituida por el Patriarca de Jerusalén, era asegurar «(...) de muchas maneras, el crecimiento y la salvaguarda de la religión católica, mediante la promoción de escuelas, la publicación de libros útiles, la apertura de clubes y círculos con fines educativos o de entretenimiento honesto ».

El Patriarca de Jerusalén Mons. Luigi Barlassina (1928- 1947), se encargó de la organización de las dos instituciones para hacer frente a la situación de los cristianos de Palestina.

La decisión de validar las actividades de apostolado en Palestina como misión para los Caballeros y Damas mostraba el nuevo camino que la Orden tenía que tomar en el periodo contemporáneo. Tampoco fue una casualidad si el papa Pío XI, al aprobar el nuevo ceremonial el 5 de agosto de 1931, incluyera las palabras «Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén». La ciudad de Jerusalén representa el elemento de identidad, pero también la misión a realizar, para los miembros de la Orden.

En uno de los discursos a los universitarios católicos, el Papa les exhortaba a que estudiaran no solamente la historia de la Iglesia católica, sino también la de las otras Iglesias, porque esta preparación les volvía capaces para participar en la obra ecuménica: «debemos ante todo conocernos y amarnos (...) Si hay prejuicios por ambas partes, estos prejuicios deben caer (...) la piedad fraterna a veces falta, porque falta el conocimiento ».[3]

 

1 ACTA APOSTOLICA SEDES (AAS), vol. XIV (1922), p. 609. «Queremos asegurarnos de que cuando llegue la madurez de la ordenación de Palestina, los derechos de la Iglesia católica y cristiana sean seguros para todos».

2 AAS, vol. XX (1928), pp. 68-70.

3 PIE XI, Discurso del 8 de enero de 1927 en Discursos, bajo la dirección de D. BERTETTO, I, Turin, 1961, p. 670 [nuestra traducción].

 

 

(octubre de 2021)