Una Iglesia verdaderamente universal en Israel

Entrevista con el P. Nikodemus Schnabel, Vicario patriarcal para los emigrantes y solicitantes de asilo

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Intervista a padre Nikodemus Schnabel (2) Unos 100.000 inmigrantes y solicitantes de asilo en Israel forman parte de la Iglesia católica, haciendo así que recuerde su dimensión verdaderamente universal.

Padre Schnabel, ¿puede decirnos quiénes son las personas que forman parte de su Vicariato?
Somos el Vicariato para los emigrantes y los solicitantes de asilo. Somos el más internacional de los Vicariatos del Patriarcado latino porque nos encargamos de todos los católicos que no tienen la nacionalidad de uno de los países del Patriarcado latino. Así que trabajamos con emigrantes y solicitantes de asilo de Filipinas, India, Sri Lanka, China, Ucrania, Rumanía, Polonia, África anglófona y francófona, y América latina, y es un Vicariato muy variopinto, con cuatro ritos y muchas lenguas. Es muy difícil dar cifras, pero podemos decir que reunimos a unos 100.000 hermanas y hermanos.

 

Hay una diferencia en la situación de estas personas, algunas están aquí legalmente, otras no, ¿puede decirnos algo más?
Nuestros hermanos y hermanas viven situaciones muy diferentes. Algunos de ellos tienen un estatuto legal. Son trabajadores inmigrantes, sobre todo de Filipinas, India y Sri Lanka, que han venido aquí a través de agencias para trabajar en el sector de los servicios asistenciales, la agricultura o la construcción. Pero, por ejemplo, si una de estas personas -y hablamos sobre todo de mujeres (95%)- da a luz, se encuentra inmediatamente en situación ilegal.

Pongamos otro ejemplo: si el jefe fallece, el visado del trabajador se encuentra inmediatamente invalidado. Esto significa que muchos de ellos -aunque llegaron legalmente- ya no tienen una situación legal.

Y luego, por supuesto, también tenemos trabajadores inmigrantes que vinieron como peregrinos pero no volvieron a casa y probaron suerte aquí. Suelen trabajar en el sector de la limpieza. Por último, tenemos a los solicitantes de asilo: es el grupo más pequeño. Se trata de personas procedentes de Eritrea y el norte de Etiopía. Realmente intentan escapar del hambre, el derramamiento de sangre y la guerra, pero las fronteras están cerradas para este grupo, por lo que este fenómeno tiende a disminuir, mientras que el de los trabajadores inmigrantes está creciendo.

Intervista a padre Nikodemus Schnabel (3)

¿Y cuáles son las principales actividades que el Vicariato ofrece a estos grupos diferentes?
Nuestro Vicariato intenta apoyar a estas hermanas y hermanos en todos los ámbitos en los que podemos. Evidentemente, en todo lo que concierne a su vida religiosa y espiritual, empezando por la liturgia (celebración de la Eucaristía, de los sacramentos, enseñanza del catecismo, etc.), pero también desde un punto de vista social, porque su vida es a menudo muy difícil. En todo Israel, tenemos unos 50 lugares, de norte a sur, donde celebramos la Eucaristía en las distintas lenguas y ritos nativos de los emigrantes.

Pero muy a menudo nuestros ciudadanos carecen de libertad religiosa. No pueden asistir a una eucaristía dominical normal porque tienen que trabajar o, muy a menudo, sus contratadores no les permiten participar en la Eucaristía. Así que tenemos que ser creativos. Así, por ejemplo, organizamos la Eucaristía dominical los martes o viernes por la tarde, en iglesias, por supuesto, pero también muy a menudo en tiendas de campaña, gimnasios, guarderías o lugares muy escondidos. A veces nos reunimos a mediodía o a la una de la tarde para que, mientras hacen la compra, puedan detenerse para la Eucaristía. Muchos de los nuestros no tienen libertad para celebrar y profesar su fe: cuando viven en casas como cuidadores, a menudo oyen «no hay una cruz, no hay Nuevo Testamento, no hay Jesús aquí en nuestra casa», y eso es un gran reto.

Intervista a padre Nikodemus Schnabel (5) Los jóvenes son acogidos en las actividades organizadas por el Vicariato para los inmigrantes.

Así que una parte muy importante de nuestro trabajo es la defensa: defender a nuestros hermanos y hermanas marginados y discriminados, y luchar por el derecho humano a la libertad religiosa, pero también por el derecho a la vida. Como iglesia, creemos que hay que tener el valor de decir sí a la vida, pero aquí eso significa estar en una situación ilegal, como ya he explicado. Si promovemos el «sí a la vida», debemos ayudar a las madres. Así que tenemos unos once centros de día donde pueden quedarse bebés y niños pequeños de entre cero y tres años. Las maestras que se ocupan de ellos suelen ser madres inmigrantes que pueden ocuparse de sus propios hijos y de los de los demás. También trabajamos en colaboración con organizaciones israelíes para ofrecer una educación de calidad. Para los jóvenes, ahora tenemos dos programas extraescolares, en Tel Aviv y Jerusalén, y un hogar de acogida en Jerusalén para niños que no tienen padre y cuyas madres luchan por llegar a fin de mes: cuidamos de estos niños las 24 horas del día, 7 días a la semana, pero los fines de semana también intentamos conectar a los niños con sus madres.

Lo realmente importante aquí es ofrecer a nuestros ciudadanos un hogar, mientras están lejos de casa. No importa si son legales o ilegales, jóvenes o mayores, siguen enfrentándose al reto de ser extranjeros y oír esa voz que dice «este no es tu sitio» porque no tienes la «fe correcta» o el color de piel adecuado. Y creo que nuestra vocación es ser un lugar. Los espacios sagrados deben ser espacios seguros, donde nuestras hermanas y hermanos puedan ser vulnerables sin tener que temer al gobierno, a la policía o al desahucio, sino simplemente practicar su fe, compartir una comida, sentarse juntos y hablar, y encontrar a alguien que les escuche.

Intervista a padre Nikodemus Schnabel (1) El equipo del P. Nikodemus Schnabel obra con un espíritu misionero.

¿Quién le ayuda con todo esto en el Vicariato?
Tengo un equipo maravilloso con muchas monjas que proceden de los países de los inmigrantes y solicitantes de asilo, y siempre están ahí, disponibles para atender las necesidades de nuestras hermanas (la gran mayoría de las personas de nuestro Vicariato son mujeres), y luego tengo sacerdotes maravillosos que realmente hacen todo lo que pueden y siempre van más allá. Imagínense, por ejemplo, que la población no siempre está en las grandes ciudades, sino a veces en zonas rurales donde hay poca gente y nuestros sacerdotes van allí a celebrar una misa solo para diez personas que apenas tienen dos horas libres cada quince días.

Solo tenemos un sacerdote de Sri Lanka, otro de Eritrea y otro que habla konkani. Imagínense que hay seis comunidades de habla konkani en el país y que son comunidades dinámicas con 200 (en el caso de la comunidad más pequeña) a 700 personas que celebran regularmente la Eucaristía, por no hablar de las grandes fiestas.

Mis sacerdotes y monjas son auténticos héroes porque trabajan duro y con un maravilloso espíritu misionero. Si buscan un lugar cómodo para esperar a que la gente venga por sí misma, no es eso lo que vivimos. Aquí se necesita un espíritu misionero para salir de la zona de confort y conocer a la gente allí donde está. Recuerdo muy bien la primera noche que pasé visitando a nuestros feligreses con una de nuestras hermanas de Sri Lanka. Me pareció extraño empezar las visitas a las diez de la noche, pero la hermana me explicó: «Padre, usted sabe que tienen que trabajar todo el día. El único tiempo libre que tienen es por la noche, porque su jefe está durmiendo». Así que fuimos de un sitio a otro durante toda la noche.

Cardinale Filoni e Nikodemus Schnabel El P. Schnabel acudió al Palazzo della Rovere para agradecer personalmente al cardenal Filoni por el apoyo que la Orden presta a las acciones pastorales llevadas a cabo por el Vicariato que dirige en Israel.

¿Cómo vive su fe la gente de su Vicariato?
Aquí me doy cuenta cada día de lo privilegiado que soy por poder practicar mi fe sin miedo ni problemas. Normalmente, en otros países, la Iglesia piensa en la manera de motivar a la gente para que practique su fe o de darles a conocer la belleza de la fe. Aquí, no se trata de eso en absoluto. Mis hermanas y hermanos son una Iglesia maravillosa, llena de deseo de Dios, de los sacramentos y de la palabra de Dios. La gente aprovecha las pocas horas libres que tiene para reunirse y rezar si pueden.

Por ejemplo, los grupos de Sri Lanka se reúnen en línea a las once de la noche para rezar y leer la Biblia, o a las seis de la mañana para celebrar una misa en línea. Para personas como ellos, que no pueden reunirse físicamente por limitaciones laborales, el mundo digital es una bendición. Tienen una espiritualidad muy profunda e inspiradora. Y para mí, como monje, sacerdote y teólogo, es muy conmovedor; les veo mucho más cerca de Dios que yo mismo. Cuando tengo que predicar delante de ellos, me pregunto qué podría decirles... es mejor escucharles y aprender de ellos, y no al revés.

 

¿Cómo llegó a ser vicario de esta realidad increíblemente asombrosa que es la Iglesia en Tierra Santa?
Es una historia interesante. A menudo me preguntan sobre ello porque soy monje y no suele ser el tipo de actividad que la gente piensa que puede hacer un monje, porque la gente sólo piensa en la vía monástica contemplativa, pero también tenemos una tradición desde el principio de la vía monástica misionera y pastoral, así que lo que hago se inscribe perfectamente en ella.

En julio de 2021, el Patriarcado latino me preguntó si estaba preparado para asumir esta función y ofrecer este servicio a la Iglesia, y pensé que podía hacerlo. Antes de eso, fui durante dos años superior de mi monasterio, así que sé un poco cómo gestionar una comunidad con dos casas. También tengo experiencia diplomática y hablo varios idiomas porque he vivido en el extranjero. Vengo de una familia de artistas; cuando era niño cambié catorce veces de lugar de residencia y me crió una madre soltera. Así que puedo entenderles y me siento a gusto con nuestras hermanas y hermanos del Vicariato. Es una gran bendición para mí servirles.

 

Los Caballeros y Damas del Santo Sepulcro están muy agradecidos por todo lo que hace su Vicariato. ¿Hay algo en concreto que haya podido poner en práctica gracias a su contribución?
En primer lugar, debo decir que yo mismo soy Caballero del Santo Sepulcro, de la Lugartenencia para Alemania. Estoy muy agradecido a la Orden del Santo Sepulcro por la ayuda que presta al Vicariato de emigrantes y solicitantes de asilo, especialmente cuando se trata de nuestros menores, niños y jóvenes emigrantes. Por ejemplo, la Orden paga el seguro médico de nuestros niños, pero también las clases de música para los jóvenes.

 

¿Cuál es el don que el Vicariato ofrece al mundo?
Estoy seguro de que hay que aceptar desafíos. Pienso que la gente tiene muchas preocupaciones. También quieren saber si tienen oportunidades por delante.

Creo que estas hermanas y hermanos de todo el mundo aquí en Tierra Santa son una voz profética para mostrar que el cristianismo en Tierra Santa tiene muchas lenguas, muchos rostros, muchos colores de piel y muchos ritos diferentes.

Las raíces de nuestra fe están aquí, en Tierra Santa, y me encanta el hecho de que no sólo tenemos a los cristianos locales y a los peregrinos, sino que tenemos una tercera realidad: los cristianos de todo el mundo que vienen aquí como trabajadores o para encontrar refugio. Dios no dice «enséñame tu visado o muéstrame tu situación legal». Así que el peregrino alemán, el cristiano palestino y el trabajador emigrante de Sri Lanka tienen todos el mismo bautismo, y es realmente conmovedor para mí sentir que estamos conectados y unidos en el bautismo.

 

Entrevista realizada por Elena Dini

 

(Abril de 2023)