Beit Sahour y la vida parroquial durante la cuarentena

La historia del Padre Issa Hijazeen, párroco de la iglesia de Beit Sahour

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 Padre Issa Hijazeen Padre Issa Hijazeen en su parroquia. Foto tomada antes de la pandemia

«Cuando nosotros, los cristianos de Tierra Santa, oímos hablar de la propagación del Coronavirus en China, no imaginamos que también llegaría aquí», dice el Padre Issa Hijazeen, párroco desde hace menos de un año de la iglesia latina de Beit Sahour (Campo de los Pastores) «Nuestra Señora de Fátima».

«La historia comenzó el 5 de marzo de 2020 en Beit Jala, un pueblo muy cercano al nuestro, donde cuatro empleados del hotel dieron positivo por el virus. La noticia nos sorprendió, sobre todo en Beit Sahour, porque dos estudiantes de nuestra escuela parroquial pertenecen a la familia de los infectados», cuenta el sacerdote. El miedo se extendió entre los estudiantes y profesores, pero gracias a las medidas tomadas rápidamente, la crisis se contuvo y la escuela se cerró sin más casos ni incidentes.

Al igual que en otras regiones del mundo, las medidas adoptadas para limitar el contagio han sido progresivas. El P. Issa nos comenta: «El 5 de marzo se declaró el estado de emergencia para toda la región de Belén y dos semanas después para toda Palestina. La Iglesia católica respondió a la emergencia adoptando las medidas necesarias: Mons. Pierbattista Pizzaballa anunció las instrucciones para la celebración de la Divina Liturgia, primero en la región de Belén, y luego para toda la diócesis del Patriarcado latino, pidiendo que la Divina Liturgia fuera transmitida por televisión y medios de comunicación social. Por otro lado, también pidió que se motivara a la gente para que leyeran la Biblia en familia y a rezar el Rosario. El Arzobispo dejó a cada parroquia la libertad de encontrar su propia manera de aplicar las instrucciones. En todas las parroquias, los sacerdotes reaccionaron rápida y positivamente a las instrucciones del Arzobispo».

Esto es también lo que se hizo en la parroquia de «Nuestra Señora de Fátima» de Beit Sahour. El P. Issa se puso en contacto con los feligreses enviando invitaciones para rezar juntos en momentos específicos por los enfermos afectados por el virus en todo el mundo, respondiendo en particular a las peticiones del papa Francisco, sintiendo profundamente la solidaridad con la Iglesia universal. Organizó con un grupo pequeño de feligreses una novena a santa María Alfonsina, la santa palestina que fundó la Congregación de las Hermanas del Rosario. Además, todos los sábados el P. Issa comparte una reflexión espiritual sobre el Evangelio del domingo para los parroquianos. Para los jóvenes y niños, se propuso una actividad que se realizaría todos los días a través de la página Facebook.

Aunque nuestra comunidad ha intentado seguir la Santa Misa “gracias a los medios electrónicos”, debo decir la verdad: no es suficiente», dijo el párroco después de unas semanas de esta cuarentena. «Mucha gente me ha llamado para decirme lo difícil que es estar lejos de la Misa y sobre todo del Cuerpo y Sangre del Señor».

Cuando nos escribió, durante el tiempo de Cuaresma, el padre Issa concluyó su carta invitándonos a recordar «que la verdadera Buena Nueva es que el Señor se encarnó, tomó cuerpo y vivió entre nosotros, porque nos ama y se preocupa por nosotros. Nuestro Señor Jesucristo no nos dejará huérfanos, especialmente durante este calvario. Que la Santísima Virgen María, Madre de la Iglesia, nos apoye y anime en la fe para que podamos seguir rezando unos por otros y manifestar el amor de Cristo».

Durante la Semana Santa, Mons. Pizzaballa pidió que las celebraciones de la Concatedral del Patriarcado se retransmitieran por todas las partes, fomentando así un fuerte sentido de comunión entre los cristianos de las diferentes zonas y parroquias. El padre Issa cuenta cómo pudo estar cerca de los parroquianos durante estos días: «En nuestra parroquia de Beit Sahour, de acuerdo con las autoridades civiles, pude llevar la comunión a los fieles en sus casas durante la Semana Santa. Llamé a cada familia por teléfono para saber si querían recibir la comunión en relación con las celebraciones transmitidas desde la catedral. La mayoría de las familias (unas 250) pudieron recibir la comunión durante esos cuatro días».

A finales de abril la tensión comenzó a disminuir y ahora -siguiendo las indicaciones del Administrador apostólico- es posible celebrar la misa al aire libre, llevar la comunión a los que no pueden salir, administrar el sacramento de la reconciliación manteniendo las distancias adecuadas y con el debido cuidado.

La creatividad de los sacerdotes y comunidades sigue siendo un recurso fundamental y el padre Issa comparte lo que se ha hecho en su parroquia: «He adoptado un método para evitar que se reúnan muchas personas; los que quieren participar en la misa me llaman por teléfono de antemano y se les asigna un día y una hora específicos». Además, en Beit Sahour las familias cristianas emparentadas suelen vivir cerca unos de otros, como una sola familia extendida, alrededor de la misma plaza. Por lo tanto, el párroco se organiza para llevar a cabo «acciones pastorales y espirituales con cada grupo familiar. Me estoy preparando para celebrar la misa para cada grupo en la plaza y para rezar juntos el rosario durante el mes de mayo».

El P. Issa concluye con una petición que estamos seguros será respondida por todos nosotros: «Mientras tanto, recen por nosotros; nosotros también seguiremos rezando por ustedes desde Tierra Santa».


Elena Dini


(Mayo 2020)