«¿Cómo debe vivir un miembro de la Orden la política de Tierra Santa?»

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Santo Sepolcro

He decidido escribirles por una necesidad personal. No soy el único que presta atención a Tierra Santa... Lo que sucede en esa tierra siempre es fuerte. ¿Cómo debe vivir un Caballero de la Orden la política de Tierra Santa? ... ¿Cuál puede ser un futuro mejor para Tierra Santa, capaz de traer paz y coexistencia entre los pueblos? Espero no haber realizado una pregunta demasiado «molesta» (Cab. F. Stocco).
 

Su pregunta no es «molesta». Es toda la situación en Tierra Santa la que es «molesta». Somos muchos los que desde siempre queremos a esta Tierra, nosotros los cristianos, así como los judíos y los musulmanes, aunque todos con nuestras propias motivaciones. Nosotros, por nuestra pertenencia a la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén -cuyo objetivo es el celo y el apoyo a la Tierra de Jesús-, tenemos el deber de hacernos esa pregunta. Desde el punto de vista de la Orden, sabemos que generar paz y coexistencia es siempre nuestro primer deseo y nuestra última aspiración.

No se conquista la paz una vez por todas, sino trabajando a diario, y es posible defenderla a través del respeto de los derechos de todos y para todos. Nuestra Orden se compromete a ello en la medida de sus posibilidades, aportando una seria contribución: salvaguardar los lugares santos, facilitar el acceso a la educación para muchos niños y jóvenes, apoyar y cuidar a los más desfavorecidos y a las familias numerosas.

No somos los grandes artífices de la paz y de la convivencia civil, sino que, utilizando una imagen evangélica, preferimos ser «pequeños jornaleros» en la viña del Señor (cf. Mt 20,1ss.). No somos arrogantes, ni murmuramos a la gente, sino que somos jornaleros felices de haber contribuido a nuestro mandato. Si bien es responsabilidad de todos contribuir, este compromiso es primordial para nosotros y hacemos de él la razón de nuestra «vocación» como miembros del Santo Sepulcro de Jerusalén. Una Dama y un Caballero profesan: «la fe en Cristo a través del testimonio, la generosidad hacia cada hombre y mujer necesitados y promoviendo la comprensión mutua de los derechos de todos» (de la Liturgia para las investiduras).

La Santa Sede continúa esta política en Tierra Santa. Los acontecimientos, que a menudo son provocados, o provocan reacciones contrarias, no pueden hacernos perder de vista el objetivo que perseguimos. En segundo lugar, la manifestación de formas de abuso, que dan lugar a una violencia cruel y a formas desastrosas de pobreza, no pertenecen al carácter sagrado de la Tierra de Jesús, ni deben atribuirse a Dios mismo; son fruto de la intolerancia humana. También debemos evitar la tentación de creer de manera pesimista «que de todos modos no cambiará nada allí». Es un gran honor para nosotros alimentar el sueño de la paz y trabajar por ella.

He vivido muchos años en Tierra Santa y Oriente Medio y sé lo bueno que se puede generar siendo «trabajadores» de paz. El que trabaje por la paz será llamado hijo de Dios (cf. Mt 5,9). Esta es una bienaventuranza que la Orden del Santo Sepulcro debe tener siempre en alta estima. En el fondo: ¿no fue el deseo de paz el primer regalo de Jesús resucitado dio sus discípulos, «Paz a vosotros»?
 

Ferdinando Cardenal Filoni


(Abril 2020)