Una gran experiencia familiar

Un joven Caballero, miembro de la Lugartenencia para Italia Central, dio a conocer la Orden a su padre, al que hizo entrar. Ambos dan testimonio para los lectores de La Cruz de Jerusalén

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Una bella esperienza famiiare_Basile Carlo María Basile, nació en Roma en 1989, licenciado por la Facultad de derecho de Pisa, vive y trabaja en Viterbo. Es miembro de la Orden desde diciembre de 2017. Benedetto Basile, nació en Palermo en 1948, licenciado en la Facultad de derecho de Palermo, vive en Roma. Prefecto jubilado, miembro de la Orden desde febrero de 2020.

Carlo María Basile, ¿cómo conoció la Orden del Santo Sepulcro y qué le impulsó a formar parte de ella?
Entré en la Orden en noviembre de 2017, y esta elección fue plenamente compartida por mi padre, prefecto jubilado, y mi madre, funcionaria de la región del Lacio. Siempre he estado cerca de las instituciones eclesiásticas, una cercanía que viene, diría yo, del ADN de mi familia. Hace más de cien años, mi abuelo fundó en Palermo una “Pia Unione” (Piadosa Unión), que realizaba y sigue realizando, labores de asistencia en una de las zonas más pobres de la ciudad. Una placa conmemorativa honra su memoria en la antigua iglesia de Sant’Isidoro Agricola, donde todavía hoy se celebra una procesión patrocinada por la diócesis y el municipio de Palermo, con iconos votivos donados por mi familia desde hace más de un siglo. Conocía “desde fuera” la existencia y los objetivos de la Orden, pero no su intensa actividad en Tierra Santa. Un colega y amigo, que ya era Caballero, me dio la oportunidad de conocer la Orden “de cerca”, por así decirlo, haciéndome participar en las interesantes reuniones con expertos en Tierra Santa, tanto laicos como clérigos, en la Delegación “San Mateo” de Roma. Lo que más me impresionó fue la alquimia entre la tradición y la pertinencia de los objetivos de la Orden, que se traducen en acciones dinámicas, como la construcción de escuelas, hospitales y el apoyo a las familias más pobres, aportando así una ayuda concreta a estas poblaciones maltratadas. Todo esto me llevó a considerar la posibilidad de entrar en la Orden.

 

¿Puede contarnos alguna experiencia significativa que haya vivido tras su investidura como Caballero?
La experiencia más impactante tras la investidura fue, sin duda, el viaje a Tierra Santa, que me hizo sentir las dificultades de convivencia y, al mismo tiempo, la necesidad de vivir en comunión en estos lugares sagrados para todas las comunidades religiosas allí presentes. Me abrió los ojos a la esencia de esta tierra, tan diferente de lo que solemos leer o ver en los medios de comunicación. Hice este viaje con mis padres, así que en familia pudimos hablar de estos temas, ya que tuvimos más tiempo para hacerlo que en Roma. Esta experiencia fue una toma de conciencia muy enriquecedora para mí, tanto desde el punto de vista espiritual como humano.

 

Benedetto Basile, la llamada a ser Caballero de la Orden forma parte también de una dimensión de comunicación y de compartir la fe, y en el gran don de vivir directamente en apoyo a la Tierra de Jesús: ¿puede hablarnos de su experiencia familiar? ¿Puede contarnos cómo usted y su esposa han enfocado esta experiencia?
Nací en Palermo, y mi profesión, ejercida en el mundo prefectoral, exigía, como fácilmente se comprenderá, frecuentes viajes por todo el país que limitaban los momentos de compartir en nuestra vida familiar.
Cuando llegué a la edad de la jubilación, nos fue posible “compartir” más nuestra fe y “comunicar” a nuestro alrededor esa misma fe, y fue entonces cuando conocí y empecé a frecuentar la Orden, gracias a mi hijo Carlo que acababa de ingresar.

Mi interés por esta forma de vivir la fe se manifestó enseguida, pero fue el viaje a Tierra Santa con mi mujer y mi hijo, que ya era “Caballero”, y las reflexiones que pudimos hacer, lo que reforzó mi intención.
Fue mi hijo quien me “presentó” cuando solicité la admisión en la Orden. Esto nos pareció muy bien a los dos, ya que normalmente es al revés. Sin duda ha añadido un elemento de convivencia a la dinámica familiar, gracias, entre otras cosas, a las oportunidades de acción y encuentro, ya que por motivos profesionales vivimos en ciudades diferentes.

 

¿Cree que en su vida familiar, esta elección común de unirse a la Orden ha creado un mayor intercambio?
En nuestra vida familiar, el espíritu que se inspira en los principios de la Orden siempre ha estado presente y nos viene, como ya hemos dicho, de generaciones anteriores, pero el hecho de formar parte de ella ha reforzado este espíritu.
Es un “valor añadido” del que nos hemos dado cuenta. Hemos encontrado en la Orden una motivación y un dinamismo que han dado un nuevo impulso a nuestras reflexiones sobre la fe, gracias sobre todo a nuestro conocimiento, ahora más profundo, de Tierra Santa. Esto también ha sido posible gracias a las numerosas oportunidades de participar en los encuentros promovidos por nuestra Delegación. Y no hay que subestimar los momentos de convivencia, que también representan oportunidades para encontrarse de un modo más informal, pero no menos fructífero, y durante los cuales los hermanos pueden intercambiar sus puntos de vista. Todo esto, que ya tiene un valor intrínseco, se vuelve “especial” cuando se vive en familia, con más cohesión y convivencia humana y espiritual. 

 

Entervista realizada por Elena Dini

 

(Abril de 2023)