Obras de “misericordia viva” con motivo del Año Santo

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Obras de “misericordia viva” con motivo del Año Santo

Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales. El papa Francisco las ha descrito de esta manera en su Bula de convocación del Jubileo extraordinario de la Misericordia (n° 15): “Redescubramos las obras de misericordia corporales: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al forastero, asistir los enfermos, visitar a los presos, enterrar a los muertos. Y no olvidemos las obras de misericordia espirituales: dar consejo al que lo necesita, enseñar al que no sabe, corregir al que yerra, consolar al triste, perdonar las ofensas, soportar con paciencia las personas molestas, rogar a Dios por los vivos y los difuntos”.

El día de la fiesta de la Divina Misericordia, en el corazón mismo del Jubileo extraordinario, durante su homilía de la misa del domingo 3 de abril, el Santo Padre explicó que ser apóstoles de misericordia significa tocar y acariciar las llagas de Cristo, presentes también hoy en el cuerpo y en el alma de muchos hermanos y hermanas suyos.

Al curar estas heridas, confesamos a Jesús, lo hacemos presente y vivo; permitimos a otros que toquen su misericordia y lo reconozcan como «Señor y Dios» como hizo el apóstol Tomás”, insistió. “Pidamos la gracia de no cansarnos nunca de acudir a la misericordia del Padre y de llevarla al mundo; pidamos ser nosotros mismos misericordiosos, para difundir en todas partes la fuerza del Evangelio”.

La víspera por la tarde, en la plaza de San Pedro, delante de millares de peregrinos que habían venido para representar en Roma a todos aquellos que adhieren a la espiritualidad de la Divina Misericordia, el sucesor de Pedro sugirió que cada diócesis en el mundo erigiera como un “monumento” de este Año de la Misericordia, una obra estructural de misericordia: un hospital, una casa para ancianos, para niños abandonados, una escuela donde no haya, una casa para recuperar toxicómanos… “Sería hermoso que cada diócesis pensara: ¿Qué podemos dejar como recuerdo vivo, como obra de misericordia viva, como llaga de Jesús vivo en este Año de la Misericordia? Pensemos y hablémoslo con los Obispos”, concluyó el Papa.

Los miembros de la Orden del Santo Sepulcro repartidos en los cinco continentes tendrán especial empeño en responder a esta llamada en sus Iglesias locales.


(16 abril 2016)