El beato Bartolo Longo

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Bartolo Longo

El interés por el único laico beatificado miembro de la Orden no deja de crecer, ya que aparece como un modelo de vida cristiana en estos tiempos difíciles. Su vida permite, en efecto, comprender que no hay situación infernal sobre tierra que la misericordia divina no pueda liberarnos.

Así Bartolo Longo fue un "sacerdote" del espiritismo antes de volverse con amor hacia los demás, en nombre del Evangelio, realizando obras inmensas de caridad gracias a la fuerza de la oración. Nació el 10 de febrero de 1841, en Latiano, en Pouilles, no lejos del puerto de Brindisi, murió en Pompeya el 5 de octubre de 1926, habiendo legado al Papa todo lo que había edificado para el servicio de los pobres y la gloria de Dios.

Durante sus estudios de derecho en Nápoles se opuso ferozmente a la Iglesia, frecuentando los círculos espiritistas hasta hacerse uno de los importantes responsables de ese movimiento gnóstico donde el poder de conocimiento es más que el amor desinteresado.

El encuentro con un sacerdote de excepción, el Padre Alberto Radente, por la intervención del Profesor Viencenzo Pepe, le permitió encontrar el camino de la fe en Cristo, llevándole incluso a volver a hacer su Primera Comunión

Gracias a sus nuevos compromisos espirituales conoció a una condesa, viuda, que le pidió consejo para administrar los bienes en el valle de Pompeya. Ya se había convertido en un abogado reconocido y ejerció sus competencias como voluntario en todos los asuntos para ayudar a la condesa Marianna de Fusco.

A principios de 1872, descubriendo la miseria moral y material del pueblo en ese valle de la región del Vesuvio, Bartolo Longo se volvió hacia la Virgen María y oyó en lo profundo de su corazón la llamada a propagar la oración del Rosario. Organizó misiones populares, favoreciendo una esperanza colectiva que tuvo como consecuencia un renacimiento del valle.

Su amigo y confesor el Padre Radente le dio un cuadro mariano que fue transportado desde Nápoles en un carro de estiércol, el 13 de noviembre de 1875. Éste se convirtió en el símbolo del combate llevado por ese abogado para la liberación del pueblo sometido a la pobreza y a la desesperación.

Esa imagen que representa a santo Domingo recibiendo el Rosario de manos de la Virgen, fue colocado más tarde en una nueva iglesia con el acuerdo del obispo de Nola. Se realizaron muchos milagros delante de este cuadro, transformando progresivamente Pompeya en el “Lourdes italiano”. Alrededor del santuario dedicado a la paz se realizaron acciones sociales a partir de 1887, tales como un orfanato para muchachas y una casa de acogida para los hijos de los presos.

Bartolo Longo se casó con la condesa en 1885. Las calumnias no faltaron a su respecto, y frente a los adversarios guiados por los celos, los esposos dieron todo al Papa Pío X, convirtiéndose el santuario de Pompeya poco después en una basílica pontificia, a principios del siglo XX.

La súplica a la Virgen de Pompeya, el 8 de mayo, es recitada en todas las parroquias de Italia, particularmente difundida por las Hijas del Santo Rosario, congregación femenina fundada por Bartolo Longo, y dada a conocer por medio de una revista mariana de gran edición a la que el abogado de Pompeya dedicó mucha energía.

Juan Pablo II lo declaró beato el 26 de octubre de 1980, y no faltan las gracias a las personas que le invocan con humildad y confianza. Un milagro reciente, que un caballero de la Orden parece haber recibido, podría permitir pronto su canonización para que su ejemplo de fe y de caridad activa sea seguido aún más.


FV 


(10 de febrero 2017)

El cardenal Edwin O'Brien, Gran Maestre de la Orden del Santo Sepulcro, habla desde Pompeya del beato Bartolo Longo