PREPARÁNDOSE PARA LA PEREGRINACIÓN A POMPEYA - 1

Una peregrinación jubilar bajo la protección de María

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Puerta Santa Pompeya

“¡Quien propaga el Rosario se salva!” esta fue la palabra que el Beato Bartolo Longo oyó resonar en lo más profundo de su alma en octubre de 1872, y lo que le dio el nombre de “apóstol del Rosario” a través de las obras a las que se sintió llamado.

Tras los pasos de ese Beato Caballero del Santo Sepulcro, los miembros de la Orden de las Lugartenencias italianas, y aquellos que quieran unirse a ellos, irán de peregrinación el 15 de octubre, al Santuario de Pompeya, guiados por el Gran Maestre de la Orden, el cardenal Edwin O'Brien. Esta peregrinación jubilar tiene lugar unos días antes de la fiesta de la Orden, tan deseada y amada por todos los Caballeros y Damas, la fiesta de la Bienaventurada Virgen María, Reina de Palestina.

Todo nos invita a volver a la dulce figura de María, aquella que nos enseña a contemplar el rostro de su Hijo. Juan Pablo II, con motivo de su visita a Pompeya del 7 de octubre de 2003, recordó a todos lo que es el Rosario: “Un compendio del Evangelio. Nos hace volver a las principales escenas de la vida de Cristo, como si nos permitiera «respirar» su misterio. El Rosario es camino privilegiado de contemplación. Es, por así decir, el camino de María. ¿Quién conoce y ama a Cristo mejor que ella?”

Por eso mismo, vivir el jubileo en compañía de María nos permite volver a ponernos entre las manos de la madre que conoce y nos guía hacia la misericordia de Dios, que a veces nos cuesta aceptar y reconocer.

Recurrir a María nos inscribe también en una profunda dinámica de apertura hacia el prójimo y de vocación por la paz, con una atención particular hacia la tierra en la que vivió la Madre de Dios y madre nuestra. En la carta apostólica Rosarium Virginis Mariae de 2002, en la que san Juan Pablo II recuerda en varias ocasiones la figura del Beato Bartolo Longo, el Santo Padre afirmaba: “No se puede, pues, recitar el Rosario sin sentirse implicados en un compromiso concreto de servir a la paz, con una particular atención a la tierra de Jesús, aún ahora tan atormentada y tan querida por el corazón cristiano”.


(30 de septiembre 2016)