La santidad personal: una prioridad para los miembros de la Orden

Las palabras del Gran Maestre - Verano 2018

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Cardinal O'Brien

Todos los miembros son conscientes de que el primer objetivo de nuestra Orden es «reforzar entre los miembros la práctica de la vida cristiana» - es decir, crecer en santidad personal.

Siempre me ha impresionado la seriedad con la que nuestros miembros reconocen ese «primer principio» y buscan la santidad. Por supuesto, ninguno de nosotros puede ser «completamente santo». Intentamos imitar cada vez más a Cristo en cada aspecto de nuestra vida. San Pablo nos dice que se trata de la función principal del Espíritu Santo puesto que «estamos siendo transformados en la misma imagen [de Cristo], cada vez más resplandeciente, como por el Espíritu del Señor» (2 Co 3, 18), y que «el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado» (Rm 5, 5).

Es una continua transformación interior en Cristo, que no vemos directamente sino que se realiza gradualmente por la oración asidua y la participación sacramental, en particular la Eucaristía y la Penitencia. Pero esto no quiere decir que nuestra transformación según la semejanza a Cristo no pueda ser percibida. Sabemos que puede ser percibida en nuestra manera de vivir e incluso en los rasgos de la persona santa que cada uno de nosotros está llamado a ser. Ese fue el caso de la mayoría de los santos canonizados.

En su bella exhortación apostólica Gaudete et Exsultate, el papa Francisco sugiere que «la santidad se mide por la estatura que Cristo alcanza en nosotros... con la fuerza del Espíritu Santo». Aconseja más adelante: «Y permite [al Espíritu Santo] que forje en ti ese misterio personal que refleje a Jesucristo en el mundo de hoy».

Podríamos preguntarnos, ¿cuáles son esos dones y talentos ofrecidos por Dios que el Espíritu Santo forja en mí, para hacer de mí «un mensaje que el Espíritu Santo saca de la riqueza de Jesucristo y ofrece a su pueblo»? ¿Rezo al Espíritu Santo por ello?

Espero con impaciencia la Consulta que tendrá lugar aquí en Roma del 13 al 16 de noviembre. Mientras que debatimos sobre la función de nuestros lugartenientes -un tema de los más oportunossugiero que la promoción a la santidad personal en cada uno de nuestros miembros figure en un buen lugar dentro de la lista de nuestras prioridades. En este sentido, las oraciones de cada uno de nosotros serán útiles.


Edwin, cardenal O’Brien


(septiembre 2018)