Los seminarios son una realidad esencial en la vida de cada diócesis

Entrevista con el rector del seminario de Beit Jala

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I seminari (1) El cardenal Filoni saludando a los seminaristas del Patriarcado latino y a sus profesores en mayo de 2022.

La percepción que aún tenemos desde fuera es que los seminarios son estructuras que no evolucionan y tienen un mandato perenne. El P. Bernard Poggi, rector del seminario de Beit Jala, nos ha ayudado a ver cómo tradición e innovación se dan la mano en la labor crucial de acompañar a los futuros sacerdotes en el discernimiento de su camino y en la preparación de su itinerario.

 

La nueva Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis (el don de la vocación sacerdotal) ha tenido un impacto considerable en la forma en que el Seminario de la diócesis de Jerusalén se ve a sí mismo y ha reajustado su marco pedagógico.

El P. Poggi explica: «De acuerdo con la Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis, promulgada en la fiesta de la Inmaculada Concepción (8 de diciembre de 2016), nuestro enfoque sobre cómo se proporciona la formación ha cambiado. Se ha pasado de centrarse en cuatro aspectos principales (académico, espiritual, humano y pastoral) a aplicar la formación en cuatro etapas: la etapa propedéutica, la etapa de los estudios filosóficos (o discipulado), la etapa de los estudios teológicos (o configuración Los seminarios son una realidad esencial en la vida de cada diócesis con Cristo) y, por último, la etapa pastoral (o síntesis vocacional)».

El énfasis puesto en la formación integral ha configurado el modo en que el Seminario acompaña a estos jóvenes en su camino hacia el sacerdocio. Aunque cada paso tiene su propio énfasis, el proceso es un todo. En este camino, la Orden del Santo Sepulcro apoya discretamente los esfuerzos y el trabajo de esta institución clave de la Iglesia en Jerusalén con una contribuEl cardenal Filoni saludando a los seminaristas del Patriarcado latino y a sus profesores en mayo de 2022. ción mensual de unos 60.000 dólares y se mantiene muy cercana tanto a los seminaristas como a los formadores de los sacerdotes que allí ejercen su ministerio.

Durante la etapa propedéutica, nos dice el padre Poggi, «hay un énfasis humano-espiritual; un tiempo de búsqueda del Señor: quaerere domini. En esto, el año está fuertemente centrado en el discernimiento vocacional, en el conocimiento de uno mismo y en cómo vivir una auténtica espiritualidad católica».

La etapa de estudios filosóficos «es constitutiva para ayudar a responder a las preguntas más fundamentales, como las relativas a la existencia, la razón, el conocimiento, los valores, la mente y el lenguaje. Este periodo también está diseñado para ayudar al alumno a comprender la metodología científica del estudio y la investigación en este campo», añade.

Durante la etapa de los estudios teológicos, «se hace necesario que el seminarista se centre en configurarse aún más a imagen de Cristo, in persona Christi». Este período ofrece una mayor instrucción teológica y, explica el P. Poggi, «es durante esta etapa cuando enviamos a nuestros estudiantes durante un año al Seminario de San José en Yonkers, Nueva York. Además de los cursos que siguen en Estados Unidos, los seminaristas toman conciencia de la manera en que funciona la Iglesia en otras partes del mundo. Allí conocen una realidad pastoral muy diferente».

Por último la etapa pastoral, que es la de la «síntesis vocacional». Ésta ayuda a los seminaristas a comprender concretamente lo que ocurre en la vida cotidiana de un sacerdote y «cómo trabajar con los párrocos en las actividades parroquiales, estableciendo y siguiendo planes pastorales, relacionándose con los jóvenes, organizando las misas dominicales y los ministerios asociados, como el canto litúrgico, el servicio del altar, etc.», concluye el rector del seminario.

El seminario mayor cuenta actualmente con 20 seminaristas (17 para el Patriarcado latino y 3 para los melquitas de la archidiócesis de Akko) que se encuentran en distintas etapas de su formación. El equipo está compuesto por el rector, el P. Bernard Poggi, y otros cuatro sacerdotes formadores. Este equipo también acompaña a «23 seminaristas que estaban en el seminario menor, cerrado desde el comienzo de la pandemia. Ahora viven con sus familias y están acompañados por el director de las vocaciones, que les visita de vez en cuando para asegurarse de que las cosas les van bien», añade el padre Poggi.

I seminari (2) El P. Poggi (en el centro, a la derecha del cardenal Filoni) dio la bienvenida al Gran Maestre y a los responsables de la Orden con motivo de su visita al seminario de Beit Jala.

Hablando en términos más generales sobre la misión del seminario, el rector dice: «Me gusta utilizar r la analogía entre la vida en el seminario y el compromiso matrimonial. Intentamos que el camino sea lo más claro posible, y el objetivo es inequívoco: estos jóvenes quieren ser sacerdotes. Antes, tienen que superar varias dificultades. El camino puede compararse a un camino por el que se anda, a lo largo del cual se encuentran rosas y espinas. Por nuestra parte, intentamos ayudar al seminarista a tomar conciencia de cuál es la voluntad de Dios en su vida y hacemos todo lo posible por darle la educación y la formación necesarias para que tenga éxito en su misión».

En otoño de 2022, el seminario de Beit Jala recibió -como cada año- la visita del Patriarca, Mons. Pizzaballa. Esta visita puede considerarse como una visita canónica durante la cual, explica el padre Poggi, «el Patriarca vive con nosotros nuestra vida diaria, sin un “programa especial”. Se reúne con todos en la casa, escucha atentamente a los demás y da instrucciones a todos. Luego se reúne con los formadores y les da una especie de consenso de su visita. Juntos fijamos algunos objetivos o elementos para trabajar durante el año siguiente».

Para el curso 2022-2023, Su Beatitud ha pedido al equipo de formadores que se centre en dos cosas de las que nos habla el P. Poggi: «La primera es la calidad de la formación que ofrecemos. La segunda es abrir el seminario a los laicos. Quiere que el seminario sea un lugar de catequesis, además de un lugar de formación. En respuesta a este objetivo, nos hemos centrado en la apertura del seminario a toda la comunidad de Palestina e Israel».

Así, el corazón palpitante de la diócesis en términos de formación de la Iglesia local no sólo será un lugar donde los seminaristas crezcan en sus decisiones de vida, sino también un lugar donde el pueblo de Dios pueda venir a beber del manantial de la vida espiritual. Es maravilloso saber que, «en el último año, como cuenta con emoción el P. Poggi, hemos recibido a más de cuarenta grupos de parroquias católicas de Israel y Palestina que han venido a visitarnos y a pasar una temporada en el seminario. Tenemos la oportunidad de ofrecerles jornadas de reflexión, conferencias y encuentros con los seminaristas, pero también es una oportunidad para ellos de evadirse de la vida cotidiana. De este modo, el seminario se convierte en un lugar donde los fieles pueden venir a descubrir la riqueza de nuestra fe y de nuestra vida enraizada en Cristo».

Ahora que acabamos de celebrar el 170 aniversario de esta institución, desde que el patriarca Giuseppe Valerga fundó el seminario en diciembre de 1852, recordamos con gratitud su visión católica de formar a cristianos árabes locales y a jóvenes llegados del extranjero para convertirse en sacerdotes diocesanos de la diócesis patriarcal de Jerusalén, y seguimos rezando por ello.

Elena Dini

(Abril de 2023)

De Estados Unidos, una llamada a servir a la comunidad árabo-católica

Testimonio de vida del P. Bernard Poggi

Padre Pogge

«Nací en la región de la bahía de San Francisco en 1980. A los 5 años tuve leucemia; esta experiencia fue muy formativa para mi vida futura. Fue en la época de mi enfermedad cuando mi abuela materna también tuvo cáncer (mieloma múltiple). Vi en ella que cuando se está enfermo hay una especie de entrega a Dios, pero al mismo tiempo una fuerza y un vigor para superar la enfermedad. Pasé tres años de quimioterapia en el hospital infantil de Stanford. Esta enfermedad realmente marcó el final de mi infancia; no podía correr con mis amigos porque mis huesos estaban débiles, no podía nadar porque enfermaba con mucha facilidad, etc.

Fue durante esta experiencia cuando me di cuenta de que quería dar mi vida para ayudar a los demás. No estaba seguro de qué camino tomar, así que al acabar el instituto estudié fisiología; quería ser médico. Era, y hasta cierto punto sigue siendo, una pasión para mí ayudar a la gente a sentirse mejor. Mientras estudiaba en la universidad del Estado de San Francisco, fui el secretario del párroco de los católicos árabes del norte de California. Al ver el trabajo de este sacerdote y su entrega al servicio de la comunidad, me di cuenta de que, del mismo modo que un médico ayuda a una persona a curarse, lo mismo hace un sacerdote. Comprendí de verdad que, por muy buena que sea la medicina como práctica, siempre será necesario ayudar a preparar a la gente para encontrarse con Dios. Con el tiempo, mi papel con el sacerdote se hizo cada vez menos administrativo y cada vez más espiritual/pastoral.

Me licencié en la universidad e hice tres años de investigación en el campo de la endocrinología. Luego vine a Tierra Santa por primera vez en 2007, para la boda de un amigo. Durante mi estancia en Tierra Santa me di cuenta de lo mucho que la Iglesia hacía por la sociedad y decidí venir al seminario de Beit Jala donde trabajo actualmente. Dejé Estados Unidos y entré en el seminario en 2010. Me ordené en el 2014 y luego me destinaron a servir a los católicos árabes en el norte de California, sustituyendo al sacerdote al que había ayudado durante mucho tiempo.

Mientras era párroco en la bahía de San Francisco, cursé estudios de postgrado en teología sistemática en la Escuela Jesuita de Teología de Berkeley (el centro de teología de los jesuitas). Después de recibir mi “STL” (diploma de teología), fui llamado de nuevo por el Patriarca actual para servir en el seminario bajo la hábil dirección del P. Yacoub Rafidi, con quien trabajé durante tres años. Actualmente estoy por segundo año al servicio del seminario como rector.

Como rector del seminario, no sólo siento una gran responsabilidad, sino también un sentimiento de gratitud. Siempre se dice que antes de que el formador del seminario empiece a formar a otros, termina su propia formación. Después de cuatro años fuera del seminario, como párroco, el horario y el orden que nos enseñan en el seminario empiezan a ser cosa del pasado. Encontrar este orden ha sido una bendición en mi vida como sacerdote. Además, ayudar a formar a la próxima generación de sacerdotes para Tierra Santa es un gran honor. Veo en ellos muchas promesas, quieren hacer de la Iglesia el mejor “lugar” posible para encontrarse con el Señor y con los demás.

Como sacerdotes del Patriarcado, estamos muy vinculados a la Orden del Santo Sepulcro. Tan pronto como se publicó la Carta apostólica Nulla Celebrior y se restauró la Sede patriarcal en Jerusalén, el papa Pío IX, como Patriarca residencial, reorganizó la Orden del Santo Sepulcro. Para nosotros, por tanto, el vínculo entre el Patriarcado y los Caballeros no es secundario, es parte integrante de nuestra identidad. Existe una complementariedad entre la labor de la Orden y la del Patriarcado.

Algunos se preguntan por qué debería existir una Orden específicamente para apoyar la labor del Patriarcado, y por qué no otras. Creo que esto tiene su origen en la época de san Pablo, quien, tras abandonar físicamente Jerusalén, siguió comprometido con la misión de los “santos de Jerusalén” (Romanos 15,26). Para él, el proyecto de la Iglesia de Jerusalén, Madre de todas las Iglesias, era de gran importancia; incluso llegó a arriesgar la alienación de las Iglesias que había fundado para atender las necesidades de la cristiandad en Tierra Santa. La Orden representa para nosotros la misma “preocupación” que la Iglesia universal tiene por la Iglesia Madre. Temo que con el tiempo esta “preocupación” disminuya, y también soy consciente de que responder a la iniciativa de la Orden sigue siendo lo mejor para nosotros como Iglesia local».

 

(Abril de 2023)